El prometedor 'yes we can' que Unai nos hizo entonar camino de La Coruña obliga ahora a echar mano de ese término, políticamente en desuso, llamado 'cantar la palinodia': retractarse públicamente de lo que se ha dicho. El entrenador del Valencia nos vendió una burra con dentadura postiza y se la compramos, aunque acabó por echar a la basura la 'final'. Como las que, con ventaja en el marcador, desaprovechó la temporada pasada en el Bernabéu o en el Sánchez Pizjuán.
A pesar del mensaje de confianza, el once de Riazor delató que el técnico estaba más pendiente del derbi del domingo con el Villarreal que del compromiso con el Deportivo. Y eso que Lotina apenas utilizó cinco titulares.
Con rotaciones sorprendentes, el Valencia llegó al descanso con un 0-2 de esperanza. Pero ahí se acabó todo. Unai no tuvo carácter para, como hizo en Jerez con Mathieu, sentar inmediatamente a un Miguel que parecía llevar la camiseta blanquiazul, ni tras los goles de Filipe y Rodríguez demostró capacidad de reacción, porque el acceso de Villa lo decidió casi cuando Mejuto iba a señalar el camino de la ducha.
Fallos individuales, colectivos y de dirección, el desenlace fue que el Valencia desaprovechó una oportunidad pintiparada. Con tanta comparsa en los emparejamientos, avanzar en febrero hacia la semifinal de la Copa, dejando atrás a un Sevilla mermado por las ausencias de Kanouté, Luis Fabiano o Adriano, hubiera sido un regalo.
46. (Las Provincias, 15 de enero de 2010)
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