11/1/10

Modelo y abuso

No es la primera vez que se dice que las opiniones sobre los partidos de fútbol siempre están condicionadas por los resultados; que cuando un equipo gana todo son parabienes y alabanzas y cuando pierde se suceden las críticas y los reproches.

Con el triunfo que el Valencia logró ayer en Xerez podría pasar lo mismo, porque dentro de unos años, o simplemente unos meses, nadie se acordará más que del 1-3; que el equipo encadenó la séptima victoria como visitante y que con 35 puntos se afianzó en la tercera plaza de la clasificación.

Pero no. Me resisto a dejar correr el agua, aunque alguien me dirá que no debería permitir que los árboles me impidieran ver el bosque; que la visita al campo del colista tendría que observarse en su conjunto, obviando los detalles.

Sin embargo no puedo acceder, porque el Valencia, gallito aspirante a disputar la hegemonía de Barça y Real Madrid, se enfrentaba a un equipo sólo voluntad, que ya es carne de Segunda. Se medía al último de la fila, a un rival que en diecisiete jornadas ha sido incapaz de sumar algo más que siete puntos (una victoria y cuatro empates), únicamente había marcado seis goles y encajado 29.

En un análisis global del partido a botepronto, el gallito no sale bien parado. ¡Qué va! El primer tiempo fue de apatía y hubo demasiados momentos de inquietud. Aburrimiento al margen, hasta llegar a escasos veinte minutos de final, cuando Marchena hizo el 1-3, la sensación fue de inseguridad, de que podía ocurrir lo que sucedió frente al Sporting, Atlético, Mallorca, o en Lille y Praga, en la Europa League. Que la falta de implicación acabara presentando la correspondiente factura.

No estaría de más que antes de viajar a La Coruña el entrenador hiciera un acto de contrición. El Valencia ganó en Jerez porque el rival fue un cero a la izquierda. Se impuso la calidad individual. Las asistencias de Éver, la habilidad de Mata y Silva y la experiencia de Marchena, unida a la gentileza de los defensas rivales. Lo mejor, lo único, fue el resultado. La victoria. El resto, para olvidar. Como dijo no sé quien, nadie es perfecto, pero el Valencia a veces abusa.

44. (Las Provincias, 12 de enero de 2010)

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