28/2/11

Una carrera de fondo

Si en un maratón compitiesen Gebrselassie, Bekele y El Guerrouj, la lógica indica que los campeones de 5.000 y 1.500 irían quedándose en el camino ante la supremacía del recién retirado recordman mundial. La competición de fútbol es una carrera de fondo y en su Liga particular (esa que desde hace poco se disputa aparte de Barça y Real Madrid), el Valencia está en la misma dinámica que el ex campeón etíope. Kilómetro a kilómetro va dejando atrás a quienes le podrían hacer sombra. Con su victoria de ayer en la Catedral se ha situado con cuatro puntos de ventaja sobre el Villarreal, mientras que el quinto, que es el Espanyol, ya aparece a once puntos. Ahtletic queda a trece, Sevilla a dieciséis, Atlético a diecisiete.
El Valencia acumula doce partidos sin perder, aunque eso no quiere decir que su juego enganche. Ayer, con gravísimos errores en defensa, acabó por llevarse los tres puntos de Bilbao. Lo hizo sin entusiasmar, pero son tantas las ganas de ver a un equipo con criterio, que en cuanto hilvana dos o tres pases consecutivos y llega al área rival, se le envuelve en elogios. Pero no se puede obviar que el reiterativo repliegue intensivo del Ahtletic favoreció las aproximaciones y que los leones acabaron mansitos, como aquellos que domaba Ángel Cristo.
Mientras los resultadistas discuten con quienes esperan algo más, el equipo sigue viento en popa y Unai hace méritos para que Llorente aclare sus ideas y diga si confía o no en el técnico que afianza al Valencia en la tercera plaza.
Esto me recuerda una humorada del entrañable Tip, que contó mientras tomaba una cerveza y unas quisquillas. «¿Sabe si hace mucho que ha pasado Induráin?, preguntaba un ciclista a un campesino situado al borde la carretera, y éste contestaba: Sí, hijo, hace Tour y medio.». Salvo el Villarreal, los demás se han quedado en el camino.

216. (Publicado en Las Provincias, el 28 de febrero de 2011)

25/2/11

Respaldo a Emery

La responsabilidad es una virtud individual y un compromiso social y no es bueno que en el Valencia se eche en falta con tanta reiteración. A los casos protagonizados por Miguel, Ever o Mathieu, se ha añadido en las últimas horas el de Chori Domínguez, a quien se pretende multar por desconsideración con Carcedo, segundo entrenador del equipo.
Rápidamente hay que decir que el futbolista ya se ha disculpado. Ahora toca que Emery y Llorente se pongan de acuerdo para sentar las bases y establecer definitivamente un antes y un después. No es de recibo que situaciones de este tipo resulten habituales. El club ha de tratar de que sólo se hable de que el Valencia encabeza su liga particular y de que ahora se avecina un difícil trayecto porque ha de medirse a rivales como el Athletic, Barcelona, Mallorca, Schalke 04, Zaragoza, Sevilla...
En los casos de indisciplina, una mayoría es partidaria de tocar el bolsillo de los futbolistas antes de imponerles un castigo deportivo. Pero al margen de que la elección entre uno y otro correctivo es discutible (¿debería prevalecer lo más conveniente para el equipo?), no resulta sencillo llegar al desenlace. No es fácil, no.
Previamente a la pretendida sanción económica, la normativa exige la apertura de un expediente disciplinario y, una vez comunicado al futbolista, éste dispone de un plazo de cinco días para realizar alegaciones. Además, aparte de que la mayoría de veces el asunto se acaba ahí, y de que las propuestas quedan en simples tironcitos de orejas de carácter estrictamente mediático, al jugador siempre le ampara el derecho final de poder acudir a la justicia laboral.
Con independencia de la multa y de la cuantía (los máximos y los mínimos los establece el reglamento disciplinario del convenio colectivo que suscribieron la AFE y la LFP), el consejo del Valencia tiene la obligación arropar al cuerpo técnico. Una cosa es que siembre dudas sobre si le ofrecerá o no la renovación y otra, muy distinta, que el entrenador deba de comerse ese marrón.

215. (Publicado en Las Provincias, 25 de febrero de 2011)

23/2/11

Vicente Piquer

Cultura y deporte

En un plis plas el Valencia ha fusionado cultura y deporte. Como quien no quiere la cosa y casi sin hacer ruido. A escasos quince días de que se cumpla el noventa y dos aniversario de la fundación del club, el museo de la sociedad de Mestalla ha abierto sus puertas de par en par. Cultura y ocio de la mano. Pasado y presente cara a cara. Una espléndida iniciativa, instalada en el Museo de la Ciencias, que ayer vio la luz y fluye a modo de germen del que en un futuro será el museo del club, como el que tienen los principales equipos del concierto mundial del que el Valencia forma parte.
Casi un siglo de vida da para mucho. Desde que en aquel incierto 1919, un año de incertidumbres y crispaciones, el club arrancó en la naya del legendario Bar Torino y en un solar de Algirós, ha ido forjándose en el tiempo para entrar por la puerta grande en la sociedad valenciana y convertirse en una parte destacada de la propia historia de la ciudad.
Aunque en el hall de la antigua sede del club, la que junto al estadio funcionó desde 1972 a 1996 había una amplia exposición de trofeos y algún que otro objeto y reliquias, la primera vez que escuché hablar de un museo del Valencia como tal, con carácter didáctico y de ocio, fue en a finales de 1993, siendo presidente Melchor Hoyos, cuando se constituyó una comisión para festejar las bodas de diamante de la sociedad.
Han transcurrido casi veinte años y por fin el Valencia ya tiene su museo, que cuando algún día finalicen las obras del nuevo estadio (alguien clamará «¡Dios te oiga!»), se integrará en el complejo y formará parte del recinto.
«Quien no conoce su pasado, no tiene futuro», dice un viejo aforismo, que a lo mejor resulta un tanto exagerado, pero dejando nostalgias aparte, es innegable la importancia que tiene saber y conocer cuál ha sido el camino y por dónde se ha pisado. Y porque además nos invita a no detenernos. La historia no se inventa, el Valencia la tiene y, además de extensa, está jalonada por éxitos.

214 (Publicado en Las Provincias, 23 de febrero de 2011)

22/2/11

Operación faisán

Valencia Fruits, nº 2.481 (22 de febrero de 2011)

21/2/11

El edredón y la brújula

A pesar de que aún queda bastante para que llegue la primavera, los grandes almacenes, y los que no también, anuncian rebajas y remates de precios, y el Valencia debería aprovecharse de la circunstancia, porque le urge proveerse de un buen edredón.
Unai debería visitar las tiendas especializadas en colchas y fundas nórdicas. La manta que usa el equipo sigue sin dar para cubrir las necesidades básicas. Aunque le abriga bastante más que a otros clubes la toquilla de lana que utilizan, no quita para darse cuenta de que cuando se estira para tratar de taparse hasta el cuello se le enfrían los pies, y viceversa.
Al acabar el soporífero partido con el Sporting de Gijón, Unai admitió la falta de frescura del Valencia, la deficiencia en la circulación del balón y la ausencia de claridad en el uno contra uno. Podría haberse acogido a los números que avalan su trabajo, pero es lógico lo de darse unos golpecitos en el pecho después de rozar el ridículo.
Mientras en la sala de prensa él trataba de justificar lo injustificable, los operarios de Mestalla desmontaron las porterías (para cuidar mejor el césped) y las bromas no se hicieron esperar. ¡Podrían haberlas retirado antes. Para lo que servían! Un dato: el primer y único tiro del Valencia entre los tres palos se produjo a unos minutos del final del partido. Y eso, amigo, a pesar de los números positivos, es para hacérselo ver.
Lo de los diez partidos invicto ya no es suficiente para contrarrestar las reiteradas censuras que recibe el equipo, porque una semana más se repite el juego zafio y vulgar. Y lo de que los otros están peor es el consuelo de los tontos.
Cada palo debe aguantar su vela, sí, y hay muchos errores individuales, de los que no tiene culpa el entrenador. Pero una semana más el equipo sigue sin mostrar identidad ni credenciales. El Valencia está convertido en una especie de sin papeles. En un equipo sin brújula. De paso que busca el edredón, a lo mejor en las ofertas también puede encontrar una bitácora.
213 (Publicado en Las Provincias, 21 de febrero de 2011)

18/2/11

Pasado y presente

Siempre se añora lo que se ha perdido. Hace pocos años, y durante muchos, por estas fechas la Comunidad se impregnaba de olor a linimentos y a grasas. La Vuelta se preparaba para el banderazo de salida y los mejores corredores del momento no faltaban a la cita. Sin embargo, este es el tercer ejercicio sin ciclismo profesional en las carreteras valencianas. A pesar de que la prueba aparecía en el calendario español, sigue catatónica por la ausencia de patrocinadores. Es una lástima, pero no hay vuelta de hoja.
Siempre se echa de menos lo que ya no se tiene. Hace pocos años, y también desde tiempo, el Valencia se caracterizaba por la fortaleza de su defensa y en cambio ahora no hace más que pasar apuros. Es un sufrimiento continuo, aunque como la clasificación dice que los rivales están peor, que es verdad, pues ¡hala!, patada a seguir. Pero es una pena y en este caso no vale decir que no hay solución.
Cuando el verano pasado el club traspasó a Villa y Silva, era difícil imaginar que a estas alturas el Valencia ocupara la tercera plaza y estuviera en octavos de la Champions. Las incorporaciones han ofrecido un buen resultado en cuanto a números y el equipo, hoy por hoy, es el mejor de 'su' Liga.
Sin embargo, se echan cosas en falta. Unai impregna al Valencia de su carácter ofensivo y el equipo llega con fluidez al área contraria. Pero cuando pierde la posesión del balón, con independencia de los errores individuales, transmite la sensación de que la palabra 'repliegue' no aparece en su diccionario. Eso de recuperar las zonas naturales de cada cual, pues, ¿qué les voy a decir que ustedes no sepan?
Y una consideración final. Hace unos años la solidez defensiva no sólo la marcaban los Ayala, Djukic, Pellegrino o Carboni, que de por sí establecían diferencias. El Valencia, además, contaba con el centro del campo de la selección española, Albelda-Baraja, y con el sacrificio de atacantes como Carew, Sánchez, Angulo. Por decirlo de alguna forma, era más grupo.
212. (Publicado en Las Provincias, 18 de febrero de 2011)

16/2/11

Me quedo con Bremen

Qué noches las de aquellos días! Entonces era en abril o mayo y se accedía directamente a cuartos después de superar la segunda liguilla. ¡Qué tiempos! ¡Qué ambiente! En esas fechas en Mestalla no cabía un alma y la Fiorentina, Lazio, Barça, Arsenal, Leeds fueron besando la lona, groguis, ante un Valencia que se salía. Era un Valencia impresionante, que jugaba apoyado por ese número 12 que sí, sigue estando, pero como a lo mejor el equipo no le ofrece todo lo que espera de él, pues se echa de menos ese puntito de gas para llevarlo definitivamente en volandas.
Anoche hacía frío en Valencia y parece que el equipo y su afición se contagiaron. Sólo lo aguantaron cincuenta o sesenta minutos, porque después de un primer tiempo destacado, con golazo de Soldado, y una continuación con inicio fulgurante, el aviso de Raúl al que respondió Guaita con una espléndida mano marcó un antes y un después.
Inicialmente Unai volvió a prescindir de las bandas (al menos en cuanto a características naturales de los futbolistas) y el Valencia no sólo gustó por la intensidad con la que se emplearon los jugadores, sino que además supo adelantarse en el marcador. Lo del rombo va a quedar en anécdota, porque lo que vale es lo que hace el equipo. Y el equipo en el primer tiempo hizo bien los deberes.
Pero los partidos duran 90 minutos y la brillantez del grupo en ataque, con los tres argentinos inspirados, acabó por diluirse y como no encontró continuidad y el mayor de los pecados es que sufre lo indecible cuando ha de defender, pues dio alas a los alemanes, que tienen un cazador delante, Raúl, que perdona muy pocas veces.
No nada decidido, pero... Esto es como en el caso de Contador con el asunto del dopaje. Competición le ha dado confianza, pero falta ver qué dirá la UCI o la Agencia Mundial Antidopaje. Habrá que esperar, pues, a la segunda parte para ver de qué es capaz el Valencia en Alemania. Y como no queremos perder el optimismo, vamos a acordarnos de Bremen, de hace un año. Hay que cogerse a algo. Y si no, a la Liga.
211. (Publicado en Las Povincias, 16 de febrero de 2011)

15/2/11

El corte del Faraón

Publicado en Valencia Fruits (nº 2.480, 15 de febrero de 2011)

14/2/11

Yo no venía a por nota...

Cuando a uno le preguntan qué opinión le merece la trayectoria que lleva el Valencia, y visto lo visto navega en un océano de dudas, nunca debe de responder con un «me pido el comodín del público» o «escojo la llamada». La respuesta correcta está en elegir el «cincuenta por cien», porque esa es la pura realidad. Fifty-fifty. Poco fútbol y buenos resultados.
Es lo que hay. ¿El juego es desalentador? Sí, pero ahí sigue el equipo, en lugar de privilegio. ¿Los triunfos son agónicos? En exceso, y sin embargo ya son nueve partidos consecutivos sin perder. ¿Indolencia y falta de ambición? También, si bien las virtudes individuales contrapesan la apatía y demás carencias colectivas. ¿Dudas? Las de siempre, y no obstante el equipo logró su primera victoria en el campo de un grande (eso sí, grande venido a menos).
«Fundamentalmente hay que mirar la tabla de clasificación», proclama mi amigo el valencianista para rebatir cualquier argumento que suponga el mínimo pero a lo que hace su equipo. «¡Ah!, y en la Champions vamos camino de los cuartos», añade optimista, con la moral por las nubes, convencido de que mañana, con Mestalla a reventar, el Valencia dará un paso firme frente a los alemanes del Schalke.
Todo eso está muy bien, pero la realidad es que el Valencia plantea una enorme disyuntiva. A ese tipo de preguntas que siempre se han formulado los grandes pensadores, lo del por qué y para qué de la existencia, el principio y el fin o la realidad cognoscible (y últimamente el por qué apretamos con más fuerza el mando a distancia cuando se queda sin pilas), habría que añadir otro: ¿Qué es más importante, el juego o el resultado?
Mi amigo dice que no se trata de un problema viciosamente circular, porque la finalidad del juego es conseguir la victoria. Mientras siguen las discusiones, cuando el interlocutor insista en qué es mejor, si ganar u ofrecer un buen espectáculo, lo más práctico será responder con un «oiga, yo no venía a por nota.»
210. (Publicado en Las Provincias, 14 de febrero de 2011)

Aritz Aduriz

11/2/11

La voz de la conciencia

La visita que Mas hizo el lunes a la Moncloa y la consiguiente autorización de la deuda suplementaria de Cataluña por el despilfarro del tripartito va a traer cola. Indigna el presumible trato de favor pero a la vez trae a la memoria la situación que ha vivido el Valencia en los últimos años.
Endeudado hasta las cejas por las probablemente demandables gestiones de recientes dirigentes, el club necesitó ayuda financiera. Y recibió especial apoyo, aunque con el aval de haber hecho bien los deberes. La reciente deuda de 550 millones ha bajado a 400. Eso exige un desembolso diario superior a los 40.000 euros (cerca de 15 millones anuales), pero se va cumpliendo la hoja ruta. Si esto sigue así, no habrá peros que valgan.
Hace unos días coincidí en una tertulia con Vicente Andreu, asesor del Valencia y ex consejero. Antes de la cita revisé algunos datos de la gestión que, bajo la presidencia de Arturo Tuzón, él llevó a cabo junto a Ramón Aznar, Germán Marco y compañía. Entonces no sólo se rebajó la deuda, sino que se aumentó el número de socios que había caído de forma alarmante.
Aunque el debate radiofónico se centró en la actualidad deportiva y en los contrastes de decepción (por el juego) y alegría (por los resultados) que ofrece el equipo, cuando los cafés reemplazaron a los micros recordamos aquel 1986 en el que el club salió del pozo de la Segunda y de la sima económica. Desde entonces hasta 1994 el Valencia navegó con presupuestos equilibrados, en todos los casos con superávit.
Andreu fue muy conciso. El secreto fue el abc de la economía. Reducir gastos y mirar hacia la cantera. ¡Ah!, y aunque no dijo, resultó decisivo que en el consejo hubiera un 'pepito grillo', una conciencia discrepante, para que nadie se durmiera en los laureles. A lo mejor es lo que ahora le falta al grupo actual. Pero Vicente tiene experiencia en ese papel.
209. (Publicado en Las Provincias, 11 de febrero de 2011)

9/2/11

Unai, Blasco y el rombo

Cada vez se hacen más imprescindibles los intérpretes. Ya los tiene la Cámara Alta, para satisfacción de quienes no se desenvuelven con comodidad en la lengua de Cervantes, y no sería de extrañar que muy pronto se hicieran necesarios en el mundo del fútbol. Y no porque en las plantillas de algunos equipos haya más nacionalidades que en un pleno de las Naciones Unidas, que se da el caso. Su presencia podría servir de ayuda en la comunicación de quienes, aun yendo en el mismo barco, discrepan tanto que parece que se pronuncian en diferentes idiomas.
En el Valencia eso ocurre jornada sí, jornada también. Mientras que el equipo galopa y corta el viento en la Liga, y sueña con meterse en cuartos de la Champions, las opiniones de dentro y de fuera son divergentes. Unos sólo miran el resultado, que en una competición es lo que cuenta al final, y otros van más allá, ¡qué atrevidos!, y se aventuran a hablar de la puesta en escena y del juego. Como si no recordaran que en el verano del 86, en la presentación del equipo, Di Stéfano justificó una victoria sobre el Manchester City con aquel popular «el que quiera espectáculo que vaya a ver al Bombero Torero».
Desde Babel y la piedra de Rosseta, en Mestalla no había tanto que descifrar. Que si falta movilidad, que si no hay salida por las bandas, que si los extremos, que si el 4-4-2, que si es mejor el rombo, que si Herodoto, que si Euclides.
Hace unos días fue el conseller de Solidaridad y Ciudadanía, Rafael Blasco, quien hurgó en la llaga. La opinión no es como lo del tabaco, los toros o los crucifijos. Todavía es libre y el profesional político, asiduo al palco de Mestalla, reclamó más satisfacciones al decir que no le gustan los excesivos rombos y cambios.
Es el poder de la palabra. Y como parece que cada uno habla un idioma, pues igual como dice mi amigo Vicent, en la próxima rueda de prensa escuchamos a Unai referirse a aquella reunión de Dalport en el edificio Europa y a las políticas solidarias y ciudadanas.
208. (Publicado en Las Provincias, 9 de febrero de 2011)

8/2/11

Viabilidad financiera

Publicado en Valencia Fruits (nº 2.479, 8 de febrero de 2011)

7/2/11

El marqués, el conde y Lucas

Eso de los títulos por los servicios prestados es la mar de normal. Por ejemplo, lo del marquesado de Del Bosque, del que tanto se ha hablado estos días. Me parece perfecto. Es de justicia que el buen entrenador y mejor persona haya pasado a engrosar el elenco de grandezas de España por su gesta mundialista al frente de la roja. Lo de Sudáfrica poco tendrá que ver con Las Navas de Tolosa, Pavía o Bailén, más propias para otorgar marquesados y ducados pero, oye, ahí queda también para la historia. Aunque puesto a elegir denominación, que se puede, podía haber optado por el de Marqués de Johannesburgo.
Otro título por los servicios prestados o realizados es el del Marquesado Liguero, al que cada vez se acerca más Pep Guardiola, porque su equipo está que se sale. El entrenador del Barça ya ha entrado en la nobleza del deporte, mientras que el Real Madrid, su vasallo, aprieta el paso para tratar de recortar las diferencias. Pero los de Mourinho parecen condenados a la segunda plaza porque el rival, que semana tras semana destroza todo tipo de registros, no afloja.
Entre tanto el Valencia no opta a ningún título, a no ser que un exagerado optimismo haga que alguien se ponga a soñar con la Champions. Pero bueno, el equipo está en octavos del torneo continental y además en la Liga los resultados le acompañan para afianzarse en la zona noble. Anoche ganó 2-0 al Hércules y con ese marcador se ha acercado a un punto del Villarreal, el tercero en la tabla, al que el Levante hizo perder comba.
Resultado aparte, el juego del Valencia sigue sin convencer. No engancha. No hay un guión para optar al Oscar ni al Grammy. Las sorpresas que ofrece Unai (¿variantes?) provocan demasiados desconciertos. El Valencia gana, sí, pero el argumento hay que buscarlo en la calidad individual y en los errores no forzados. Jugando de este modo nadie puede soñar con un marquesado europeo. El único título sería de conde, de Condemor, de pecador de la pradera. ¡Hasta luego, Lucas!
207. (Publicado en Las Provincias, 7 de febrero de 2011)

5/2/11

Tino Costa

4/2/11

Fútbol, infracción y castigo

Cada día que pasa uno se convence más de que lo de los árbitros de fútbol y los comités es un asunto de diván de siquiatra. Está visto que cambiar las estructuras y a los responsables que se han acomodado en el sillón y llevan camino de perpetuarse, es una utopía. Por lo menos Villar (presidente de la FEF desde 1988) y Sánchez Arminio (al frente de los árbitros desde 1993) podrían tratar de introducir alguna mejora en el deporte del que viven.
Vamos con unas sugerencias, y no se trata de discutir si un gol ha sido en fuera de juego o no porque con la tecnología podría evitarse esos debates.
Vayamos a las leyes en sí. A las normas del fútbol que reclaman una reforma urgente, porque resulta de risa el principio de proporcionalidad que debe existir entre delito y pena. Aunque se trata de uno de los fundamentos más importantes en la legislación, seguramente los juristas federativos se lo debieron de pasar por el arco de triunfo.
Al menos resulta de sofá de siquiatra comprobar que el comité multa con 600 euros a un club (Osasuna) porque desde la grada lanzan varios balones al césped para provocar que el árbitro detenga el partido, y en cambio si un futbolista tras marcar un gol se levanta la camiseta para mostrar en la de debajo un mensaje de felicitación a su madre (caso de Messi) o de homenaje a un compañero fallecido (como hizo Callejón a Jarque hace unos meses), se le imponen entre 2.000 y 3.000 euros.
También está el botellazo a Casillas en Sevilla, que se ha saldado con una multa de 3.000 euros y un tirón de orejas al club andaluz, «porque el portero no presentó lesión».
Hace unos años, en un partido de Copa en Castalia, un ultra alcanzó al árbitro con la batería de un móvil, causándole una brecha en la frente, y se suspendió el partido. Fue cuando Benítez dijo aquello de la injusticia de «penalizar la puntería». Desde entonces, ¿qué ha cambiado?
206. (Publicado en Las Provincias, 4 de febrero de 2011)

2/2/11

Aptitud, actitud y rectitud

Resulta curioso que un empate en campo ajeno irrite tanto. La pérdida de dos puntos en Santander escuece al valencianismo porque, records aparte, se trataba de no perder la estela del Villarreal y meter tierra por medio con el Espanyol. El enfado es por eso y porque el rival no asustaba a nadie, pues por mucho marajá que ponga los cuartos, es un equipo con tufillo a Segunda.
Claro que si nos atenemos a los habituales tópicos, a eso de «todos los partidos son difíciles» y «no hay enemigo pequeño» que dicen los futboleros, pues sí, el Racing resultó ser un adversario que jugó más tiempo mejor que el equipo de Unai, que lo que es jugar-jugar sólo lo hizo en los últimos veinte minutos.
Al principio de temporada el Valencia resolvía los partidos antes del descanso. Entonces se cuestionó el fondo físico de los jugadores. Últimamente ocurre lo contrario. El equipo saca la casta camino del final y todo apunta falta de implicación, por mucho que se hable de profesionales, que claro que lo son, pues se dedican al fútbol como medio de vida.
Una cosa es que uno tenga mayor destreza y otra el sentido futbolístico. El nivel de exigencia técnica no puede ser el mismo para todos. Pero sí el de entrega, amigo. Ahí no hay excusa que valga. La rectitud por encima de todo.
Unai consideró que el resultado fue justo. ¡Y tan justo! Más que justo fue 'apretao', que es como se bailan los tangos. Por cierto, qué bien lo bailó el Chori, ¿verdad Éver?
205. (Publicado en Las Provincias, 2 de febrero de 2011)

1/2/11

Los derechos de los trabajadores

Publicado en Valencia Fruits, nº 2.478 (1 de febrero de 2011)