Dice el refrán que cada cual echa su cuenta, y unas
veces va errado y otras acierta. En el fútbol lo único que no admite discusión
son los números. Se puede discrepar de todo, de los sistemas, de la calidad de
los jugadores, de sus habilidades y talante, de su implicación, del espectáculo
que ofrece el grupo... Todo admite pareceres. Todo, menos los números. En ese
aspecto no hay nada que debatir. No conceden réplica, aunque siempre puede
salir alguien que recuerde que como en determinado partido (o partidos) el
árbitro cometió errores de bulto, su desafortunada actuación cambió el signo de
los acontecimientos y la cifra podría ser mayor (o menor). Sin embargo realidad
es la que hay, y aunque aquel torpón acabe castigado una temporadita en la
nevera –que es cuando lo hace rematadamente mal y el Comité Técnico no tiene
más narices que enviarlo al rincón de pensar–, el marcador permanece inalterable.
Por eso los 50 puntos que lleva el Valencia en la presente Liga están ahí,
sin opción de controversia. Se trata de una cifra de récord, que dice mucho,
porque coloca al equipo blanquinegro en situación de aspirar a la tercera plaza del campeonato, cosa que
hace tres semanas parecía utópica. Es un guarismo similar (un punto menos) al que
hace poco más de un decenio lucía el Valencia de Benítez a estas alturas de la
competición. Sí, el del año del doblete, que fue su última temporada en Mestalla. Ahora
los 50 puntos antes de recibir a la Real y luego visitar el Calderón suponen
una dosis ideal de confianza. Los 50 puntos ponen el objetivo más cerca, aunque
no se deben olvidar las 50 sombras que aparecen justo al lado, cuando se
reflexiona sobre si el equipo ofrece
lo que se espera, si lo que hace está en consonancia con la calidad de la
plantilla, si el entrenador acierta, si el juego engancha... Pero todo eso parece
que es otra historia.
Quizá porque el Valencia es un equipo en formación, lo
que le falta para desterrar todos los peros es un líder en el terreno de juego.
Me lo insinuó ayer mi amigo José Luis, que sabe que fútbol y medicina, y lo
dejó caer así, como conjugando el viejo tópico de que "cada uno lleva un
entrenador dentro" y la máxima de Ovidio respecto a que "mil enfermos
requieren mil curas". Tal vez es el caso del Valencia, y con independencia
de la calidad de los Diego Alves, Otamendi, Mustafi, Javi Fuego, Parejo o Negredo, falta alguien
que tome el testigo de referencia, como en su día hicieron los Fabián Ayala, David Albelda,
Rubén Baraja... Eso de tirar del carro en el momento necesario. Es una hipótesis. Porque
ya sabemos que en esto del fútbol la única realidad incuestionable son las
cifras y lo demás es susceptible de opiniones. ¿O no?
570 (Publicado en Las Provincias el 27 de febrero de 2015)