A falta de buen juego, de intensidad, de ofrecer el
mejor nivel y por lo tanto, todavía sin transmitir lo que se espera, al
Valencia al menos le están acompañando los resultados, que ya es bastante. Ahora
mismo, tras los de las últimas jornadas, llega el momento de exigirle que lleve
a cabo un decisivo regate para dejar atrás la ristra de dudas e inquietudes con
las que ha venido coqueteando. Porque son 38 jornadas y esta ya es la 24. Mañana,
frente al colista, Córdoba, el equipo que dirige Nuno debe de mostrar el verdadero
objetivo que tiene como equipo y su capacidad para conseguirlo.
Es
el momento propicio para dejarse de chácharas y afianzarse en la clasificación
como bastante más que uno de los aspirantes a las plazas que conducen a la
próxima edición de la Champions League. Lo contrario no sería más que un cuento
chino. Un equipo que se precie no puede estar continuamente bailando lo de
Ricky Martín, un pasito p'alante, María, un pasito p'atrás... No se le debe de
permitir.
Aún a falta del buen juego, los aficionados blanquinegros
han demostrado confianza total en el equipo, aunque mucho mejor que refugiarse
en lo que no es más que una apuesta de futuro, siempre –y la visita a un
colista no es la excepción– resulta más efectivo que el apoyo llegue como contrapartida
por el control, para no reincidir en decepcionantes historias de un pasado demasiado
reciente. Pero, en fin... ¡allá cada cual con sus consideraciones! Sin embargo ni
puede ni se debe pasar por alto lo ocurrido hace apenas un mes, primero en Vigo
y luego en Málaga, donde Nuno y sus jugadores echaron por la borda sendas oportunidades
de arrimarse más a la cabeza de la clasificación. En aquellos partidos, en
lugar del once titular del Valencia salió eso que en el argot futbolístico se califica de "equipo
aspirina", porque alivió los males del rival. Los gallegos acumulaban seis
derrotas consecutivas, aparte de siete encuentros sin marcar, y... ¡zasca! Frustración
a pesar del empate. Tres semanas
después, con los de La Rosaleda en horas bajas –sólo habían logrado dos
puntos de los doce últimos disputados–, otro ¡zasca! Mayor decepción porque la
acompañó una derrota.
En Córdoba no vale otra cosa que no sea ganar, a pesar
de que el fútbol es imprevisible porque –así lo argumentaba Boskov– todos los
partidos empiezan cero a cero. Sin embargo el Valencia tiene sobrada plantilla
para ganarle con la gorra a un rival que ni es de enjundia ni puede serlo
aunque se encomiende a su nuevo Arcángel, o a pesar de que cuando las cosas
salen torcidas siempre sale alguien que se aferra a eso de que se juega mejor
contra los poderosos. ¡Oiga, mire usted, que no compro! Aún a falta de buen
juego, no valen excusas ni pretextos.
569 (Publicado en Las Provincias, el 20 de febrero de 2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario