Publicado en Valencia Fruits, nº 2.648 (28-10-14)
28/10/14
27/10/14
24/10/14
LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
Dicen que ya se ve. Que no es sólo un pequeño resplandor.
No, no, ni mucho menos ¡Qué va! Aseguran que al final de ese túnel que parecía
interminable, se perfila perfectamente iluminada la silueta del empresario
Peter Lim.
–¡Ah, creí que estabas hablando Álvaro Negredo!
De Negredo, también, que ya está a punto para que Nuno
decida incorporarlo al equipo. Ya verás mañana. En el Valencia han agotado las
existencias de confeti y serpentinas, y han preparado la pista de aterrizaje
para el desembarco.
–¿El desembarco de Lim o el de Negredo?
El de los dos. La bienvenida va a ser por partida
doble. Será una especie de "welcome" con acento vallecano y otro como se diga en
malayo. Esta vez va en serio.
–¿Lim y Negredo van a llegar al alimón?
Todo está preparado para eso. Oye, y si se retrasara la
aparición y por hache o por be –o por ce o por de, que diría Tip– uno no está
mañana en el palco y el otro ha de ver el partido desde la grada, no pasa nada. Justifiquémoslo.
A veces las negociaciones resultan un poquitin lentas, ¿no?, y también
conocemos la conveniencia de que un futbolista alcance una absoluta
recuperación y puesta a punto antes de su reaparición.
Siempre hay argumentos. Otra cosa es que te los creas o no.
Pero, ¿unos días más, quién lo puede notar? Mientras se disipe definitivamente
la nebulosa de Riazor, y Paco Alcácer y Rodrigo sigan en la forma en que están,
Negredo puede esperar. No hay prisa.
–¿Y lo de Peter Lim?
Pues lo que dice mi otro yo: En este club faltará dinero,
que es lo que todo el mundo espera que llegue en abundancia con el empresario de
Singapur, pero por otro lado lo que sobra –probablemente por necesidad– es paciencia.
Así de simple.
Con los dos o sin los dos, lo importante, mañana, es que
el Valencia resuelva la pequeña duda que se trajo de Galicia donde –vamos a
pensar que por culpa de las meigas– el destino le jugó una mala pasada. Y más
que cambios de cromos, frente al Elche la clave ha de estar en que Nuno consiga
una variación de aquella actitud.
Igual que Nuno con los suyos, seguro Fran Escribá
habrá visto repetidas veces los videos del Elche –en las últimas cinco jornadas
su equipo solo ha sumado un punto– y, aunque cada partido es un mundo, no habrá
pasado por alto el de Riazor, para estudiar cómo Víctor Fernández acertó a
maniatar a los valencianistas.
El Elche, desesperado, también espera encontrar
una luz al final de su túnel de ocho jornadas de sufrimiento. Pero en Mestalla
habrá demasiada fiesta como para permitirlo.
557 (Publicado en Las Provincias el 24 de octubre de 2014)
17/10/14
LA PACIENCIA
Las
fábulas son narraciones breves que siempre terminan con una lección moral. En
cambio los cuentos, no necesariamente, y además pueden ser más extensos. Aunque
si alguien pretendiera darle la vuelta al relato de "Pedro y el lobo"
que está viviendo el Valencia con lo de la venta de la sociedad, por lo que ahora
me cuentan habría que añadirle obligatoriamente una moraleja. Después tantos y
repetidos "¡Que viene Lim, que viene Lim!" –que para la oposición es
un lobo–, aseguran que esta vez va muy en serio. Que Bankia y Meriton han
coincidido en el "Va de bo!" de la pelota valenciana. ¡Ya sería hora,
ya! Y si por fin es hora, pues bienvenido sea, aunque de momento todo está
dicho pero no hay nada hecho.
Pero
dado que desde el club se insiste con vehemencia en que ya está a punto de
caramelo, y este asunto se está haciendo más que largo, a pesar de que ya se
han dado muchos, parece obligado ofrecer un último voto de confianza. Más aún cuando
el equipo está siendo de fábula. Ha ilusionado a los aficionados, seduce convertido
en animador del campeonato, y está camino de A Coruña decidido a seguir la
escalada frente a un rival que cuenta sus partidos por decepciones. Solo hay
que echar un vistazo a la clasificación y a las cifras: Uno arriba, sin conocer
la derrota, y el otro abajo del todo, sin saber lo que es ganar en Riazor. Además,
los de Nuno llevan prácticamente el mismo número de goles a favor que ha
encajado el equipo de Víctor Fernández.
El
pasado reciente, además, determina que A Coruña es un escenario propicio para
seguir sumando, y esta visita, por la solvencia que está demostrando el Valencia,
desde luego obligará a que los deportivistas traguen saliva. Todo está a favor.
Aunque lo peor que le podría pasar al equipo de Nuno –que no lo creo que ocurra–,
sería que los jugadores pensaran que está todo hecho. Si en vísperas del duelo
con el Atlético en Mestalla Alves y Alcácer le trasladaron la presión al rival
para continuar a lo suyo, ahora no es necesario que digan nada, porque los números
cantan. El apremio lo tiene el Dépor.
Y a lo mejor cuando estás líneas ya estén la rotativa,
va y resulta que se han firmado los documentos que dicen que ya están horneándose
y el equipo se presenta en Riazor todavía con mayor respaldo del que ahora
tiene con el buen momento de los Alves, Otamendi, Gayá, Fuego, Parejo, Alcácer,
Rodrigo... Entonces la moraleja del cuento será algo así como que la paciencia sí
que es la madre de todas las virtudes. ¡Por fin! Porque esta vez ya, como decía
Ángel Garó, va a ser la "refinitiva", ¿no?
556 (Publicado en Las Provincias, el 17 de octubre de 2014)
14/10/14
10/10/14
UN JUEGO
Vamos
a imaginar situaciones. Pongamos que quien está hablando es el padre Atienza,
un profesor apasionado del deporte, al que nunca se le iba la mano como a otros
profesores de mi cole, pero que siempre impresionaba por el tonito que utilizaba cuando advertía de algo.
–Dile
a tu padre que venga, que quiero hablar con él.
En
ese momento el rubor empezaba a ascender desde los tobillos, las orejas tomaban
un color bermellón y uno no sabía hacia dónde mirar. La sensación aún era peor
después, al trasladar el mensaje al padre, que sometía al chaval a un profundo interrogatorio
para que le adelantara la trastada que se suponía que habría cometido. Esa
noche no pegaba ojo y al día siguiente, cuando los dos iban camino del colegio,
a él le temblaban hasta las costuras de los calcetines.
Al
llegar entre sudores a la calle Albacete, los compañeros que ya intuían lo que
se avecinaba, permanecían expectantes en completo silencio –salvo un niño
cabroncete, que sonreía como una hiena–, y cuando terminaba la charla
padre-profesor, se acercaban a consolarle porque además habían escuchado el
"ya hablaremos cuando vuelvas a casa" con el que se había despedido su
papá.
Ahora
avancemos en el tiempo y pongámonos en el caso de que quien está hablando es, Cristóbal
Montoro, y delante de él tiene a una de las figuras del fútbol mundial.
–Dile
a tu padre que venga, que quiero hablar con él.
El
ministro de Hacienda se expresa así por algo más que una trastada, porque por el
medio aparece la Fiscalía Anticorrupción y el juez Pablo Ruz y eso nunca viene
por un quítame esas pajas. ¿Y llama a su padre? Sí, porque es quien le lleva
los asuntos económicos.
Pero,
continuemos con el juego: De nuevo echemos la vista atrás hasta aquellos chicos
acongojados viendo la angustia del compañero encausado, y rápidamente cerremos los
ojos e imaginemos que en lugar del tremendo silencio, cuando chaval llega con
su padre a la cita con el padre Atienza, los que le esperaban empiezan a aclamarle,
a aplaudirle, y él responde sonriente y les saluda como un torero que termina
de cortar las dos orejas.
Ya
sé que eso no tiene ninguna lógica. Pero lo he dicho al principio. Se trataba
de un juego. De un juego de imaginar situaciones. Y hay muchas más por evocar.
Incluso podíamos imaginar que al final de la historia ese alumno recapacita,
acaba sacando buenas notas, y que la estrella del balón –y otros en situación similar–,
cumple con todas sus obligaciones tributarias y, eso sí, le anuncia a su papi:
-Ya hablaremos cuando lleguemos a casa.
555 (Publicado en Las Provincias, el 10 de octubre de 2014)
8/10/14
7/10/14
3/10/14
LOS MUROS
El
único muro soportable es el de Pink Floyd –por cierto ha anunciado su regreso
después de casi veinte años de silencio– y lo demás, alambradas y vallas,
siempre son detestables aunque algunas tengan una doble lectura, como sucede
con las que el Valencia ha colocado en Paterna, con frases de números uno del
deporte mundial para motivar a los futbolistas. Es un mensaje de ayuda, con el
objetivo de estimular la competitividad, pero en la otra cara de la moneda
aparece un resultado distinto: El cerramiento definitivo del campo de
entrenamiento, que aísla más a los jugadores.
Es
parecido a lo que ocurre con el nuevo muro que se ha construido en la ciudad deportiva para
aislar a los chavalitos del fútbol 8. Un tabique que impide la visión y deja
fuera a los papis y mamis que se rascan el bolsillo para acercarlos hasta allí.
Algunos expertos consideran que los familiares deben permanecer lejos para no
interferir en la labor de los entrenadores y en ese sentido recordamos la frase
que se le atribuyó a Bernabéu. Aquello de que "no hay nada peor que una
corista con madre y un futbolista con padre". A lo mejor es por eso.
Hace
poco más o menos un año, cuando Amadeo Salvo cumplió sus primeros cien días
como presidente del Valencia, y a Peter Lim aquí sólo se le conocían quienes
habían curioseado en las listas de Forbes, o por su interés en adquirir el
Liverpool, el club puso en marcha una serie de iniciativas de proximidad con
los aficionados.
Proyectos atrayentes, como la mano de pintura que se dio a
Mestalla con los colores corporativos; las leyendas que inundan la zona de
vestuario y el túnel; los cartelones con las imágenes de míticos jugadores que
aparecen en las fachadas del recinto, pasando por el
diseño del gigantesco murciélago de la grada hasta lo de rebautizar como
Antonio Puchades el mini estadio de la ciudad deportiva donde... Eso, sí, el "muro de la vergüenza" que en
1998 Pedro Cortés mandó derribar y diez años después se reconstruyó por
iniciativa delinfausto Koeman, ahora continua por otro lado y cada vez aísla y
separa más a los deportistas de los seguidores.
Los muros son
detestables. A veces incluso como metáfora de dificultad. Porque, por ejemplo,
no hay que ver el partido de mañana como un muro para el Valencia. Y si el
Atlético lo fuera por su caché y porque llega con la etiqueta de favorito –es
posible que lo sea–, está muy bien lo que han hecho Alves y Alcácer: Pasarle esa
teórica presión añadida y seguir a lo suyo. De la misma forma que no se puede
pretender que algo cambie si siempre se hace lo mismo, tampoco son convenientes
las variaciones si los resultados convencen. Y este equipo, de momento, seduce
y es capaz de romper la muralla.
554 (Publicado en Las Provincias, el 3 de octubre de 2014)
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