El
único muro soportable es el de Pink Floyd –por cierto ha anunciado su regreso
después de casi veinte años de silencio– y lo demás, alambradas y vallas,
siempre son detestables aunque algunas tengan una doble lectura, como sucede
con las que el Valencia ha colocado en Paterna, con frases de números uno del
deporte mundial para motivar a los futbolistas. Es un mensaje de ayuda, con el
objetivo de estimular la competitividad, pero en la otra cara de la moneda
aparece un resultado distinto: El cerramiento definitivo del campo de
entrenamiento, que aísla más a los jugadores.
Es
parecido a lo que ocurre con el nuevo muro que se ha construido en la ciudad deportiva para
aislar a los chavalitos del fútbol 8. Un tabique que impide la visión y deja
fuera a los papis y mamis que se rascan el bolsillo para acercarlos hasta allí.
Algunos expertos consideran que los familiares deben permanecer lejos para no
interferir en la labor de los entrenadores y en ese sentido recordamos la frase
que se le atribuyó a Bernabéu. Aquello de que "no hay nada peor que una
corista con madre y un futbolista con padre". A lo mejor es por eso.
Hace
poco más o menos un año, cuando Amadeo Salvo cumplió sus primeros cien días
como presidente del Valencia, y a Peter Lim aquí sólo se le conocían quienes
habían curioseado en las listas de Forbes, o por su interés en adquirir el
Liverpool, el club puso en marcha una serie de iniciativas de proximidad con
los aficionados.
Proyectos atrayentes, como la mano de pintura que se dio a
Mestalla con los colores corporativos; las leyendas que inundan la zona de
vestuario y el túnel; los cartelones con las imágenes de míticos jugadores que
aparecen en las fachadas del recinto, pasando por el
diseño del gigantesco murciélago de la grada hasta lo de rebautizar como
Antonio Puchades el mini estadio de la ciudad deportiva donde... Eso, sí, el "muro de la vergüenza" que en
1998 Pedro Cortés mandó derribar y diez años después se reconstruyó por
iniciativa delinfausto Koeman, ahora continua por otro lado y cada vez aísla y
separa más a los deportistas de los seguidores.
Los muros son
detestables. A veces incluso como metáfora de dificultad. Porque, por ejemplo,
no hay que ver el partido de mañana como un muro para el Valencia. Y si el
Atlético lo fuera por su caché y porque llega con la etiqueta de favorito –es
posible que lo sea–, está muy bien lo que han hecho Alves y Alcácer: Pasarle esa
teórica presión añadida y seguir a lo suyo. De la misma forma que no se puede
pretender que algo cambie si siempre se hace lo mismo, tampoco son convenientes
las variaciones si los resultados convencen. Y este equipo, de momento, seduce
y es capaz de romper la muralla.
554 (Publicado en Las Provincias, el 3 de octubre de 2014)
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