Dicen que ya se ve. Que no es sólo un pequeño resplandor.
No, no, ni mucho menos ¡Qué va! Aseguran que al final de ese túnel que parecía
interminable, se perfila perfectamente iluminada la silueta del empresario
Peter Lim.
–¡Ah, creí que estabas hablando Álvaro Negredo!
De Negredo, también, que ya está a punto para que Nuno
decida incorporarlo al equipo. Ya verás mañana. En el Valencia han agotado las
existencias de confeti y serpentinas, y han preparado la pista de aterrizaje
para el desembarco.
–¿El desembarco de Lim o el de Negredo?
El de los dos. La bienvenida va a ser por partida
doble. Será una especie de "welcome" con acento vallecano y otro como se diga en
malayo. Esta vez va en serio.
–¿Lim y Negredo van a llegar al alimón?
Todo está preparado para eso. Oye, y si se retrasara la
aparición y por hache o por be –o por ce o por de, que diría Tip– uno no está
mañana en el palco y el otro ha de ver el partido desde la grada, no pasa nada. Justifiquémoslo.
A veces las negociaciones resultan un poquitin lentas, ¿no?, y también
conocemos la conveniencia de que un futbolista alcance una absoluta
recuperación y puesta a punto antes de su reaparición.
Siempre hay argumentos. Otra cosa es que te los creas o no.
Pero, ¿unos días más, quién lo puede notar? Mientras se disipe definitivamente
la nebulosa de Riazor, y Paco Alcácer y Rodrigo sigan en la forma en que están,
Negredo puede esperar. No hay prisa.
–¿Y lo de Peter Lim?
Pues lo que dice mi otro yo: En este club faltará dinero,
que es lo que todo el mundo espera que llegue en abundancia con el empresario de
Singapur, pero por otro lado lo que sobra –probablemente por necesidad– es paciencia.
Así de simple.
Con los dos o sin los dos, lo importante, mañana, es que
el Valencia resuelva la pequeña duda que se trajo de Galicia donde –vamos a
pensar que por culpa de las meigas– el destino le jugó una mala pasada. Y más
que cambios de cromos, frente al Elche la clave ha de estar en que Nuno consiga
una variación de aquella actitud.
Igual que Nuno con los suyos, seguro Fran Escribá
habrá visto repetidas veces los videos del Elche –en las últimas cinco jornadas
su equipo solo ha sumado un punto– y, aunque cada partido es un mundo, no habrá
pasado por alto el de Riazor, para estudiar cómo Víctor Fernández acertó a
maniatar a los valencianistas.
El Elche, desesperado, también espera encontrar
una luz al final de su túnel de ocho jornadas de sufrimiento. Pero en Mestalla
habrá demasiada fiesta como para permitirlo.
557 (Publicado en Las Provincias el 24 de octubre de 2014)
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