4/2/11

Fútbol, infracción y castigo

Cada día que pasa uno se convence más de que lo de los árbitros de fútbol y los comités es un asunto de diván de siquiatra. Está visto que cambiar las estructuras y a los responsables que se han acomodado en el sillón y llevan camino de perpetuarse, es una utopía. Por lo menos Villar (presidente de la FEF desde 1988) y Sánchez Arminio (al frente de los árbitros desde 1993) podrían tratar de introducir alguna mejora en el deporte del que viven.
Vamos con unas sugerencias, y no se trata de discutir si un gol ha sido en fuera de juego o no porque con la tecnología podría evitarse esos debates.
Vayamos a las leyes en sí. A las normas del fútbol que reclaman una reforma urgente, porque resulta de risa el principio de proporcionalidad que debe existir entre delito y pena. Aunque se trata de uno de los fundamentos más importantes en la legislación, seguramente los juristas federativos se lo debieron de pasar por el arco de triunfo.
Al menos resulta de sofá de siquiatra comprobar que el comité multa con 600 euros a un club (Osasuna) porque desde la grada lanzan varios balones al césped para provocar que el árbitro detenga el partido, y en cambio si un futbolista tras marcar un gol se levanta la camiseta para mostrar en la de debajo un mensaje de felicitación a su madre (caso de Messi) o de homenaje a un compañero fallecido (como hizo Callejón a Jarque hace unos meses), se le imponen entre 2.000 y 3.000 euros.
También está el botellazo a Casillas en Sevilla, que se ha saldado con una multa de 3.000 euros y un tirón de orejas al club andaluz, «porque el portero no presentó lesión».
Hace unos años, en un partido de Copa en Castalia, un ultra alcanzó al árbitro con la batería de un móvil, causándole una brecha en la frente, y se suspendió el partido. Fue cuando Benítez dijo aquello de la injusticia de «penalizar la puntería». Desde entonces, ¿qué ha cambiado?
206. (Publicado en Las Provincias, 4 de febrero de 2011)

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