21/10/09

Contratos

Manolo Llorente ha de apuntárselo en la agenda con letra muy clarita y, si fuera posible, luego remarcárselo por encima con un 'rotu' iluminador para que no se le pase nada por alto, aunque para recordárselo tiene a su lado a Javier Gómez.

Juan Mata y Carlos Marchena. Dos nombres y un destino. Ese es el trabajo de Llorente. Lidiar dos contratos cuando en la caja sólo aparecen telarañas. Al igual que la vicepresidenta Salgado ha defendido ante el aguacero de la oposición sus primeras cuentas como ministra de Economía, él ha de amarrar sobre el bolardo del dique valencianista los contratos de continuidad de los dos jugadores. En este caso, el papel de Rajoy lo interpretará papá Mata y García Quilón, los agentes, que no son fáciles de convencer.

Llorente tiene experiencia de años en estas guerras de guerrillas. Sin embargo precisamente por la confianza que destila la destreza de otras negociaciones, debe hilar con más cuidado si cabe, sobre todo por los agravios comparativos que pueden y seguro que van a surgir. Desde luego no es cuestión de cerrar un asunto y aparcar el otro, porque el Valencia necesita de los dos futbolistas.

El contrato de Mata está sobre la mesa y todo indica que esta semana habrá desenlace. El acuerdo para que deje de ser el que menos cobra de la plantilla debe llegar cuanto antes, no sea que hoy por ti, mañana por mí, la perla asturiana acabe por escaparse, que novios no le faltan, como se le esfumó al Real Madrid camino de Mestalla cuando jugaba en el Castilla. Por cierto, el responsable del Bernabéu que olvidó dar las vueltas al candado, todavía debe estar cumpliendo la penitencia.

La negociación con Marchena no es distinta. El sevillano tiene la promesa de una mejora salarial que le hizo el predecesor en la presidencia, y este compromiso es de obligado cumplimiento, del mismo modo que se formalizaron los que antes de su periplo en el Pamesa Llorente hizo a otros jugadores. Cuestión de señorío.

13. (Las Provincias, 21 de octubre de 2009)

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