4/10/09

Unai se confiesa

Unai Emery ha dado un volantazo. En el último partido modificó su filosofía de juego y su discurso. Lo del planteamiento, lo hizo ligeramente. Algo es algo. El equipo jugó más juntito. Lo de la doctrina, bastante. Podría decirse que el entrenador del Valencia siguió las pautas que establece el catecismo para una buena confesión, porque así fue su comparecencia pública.

«Está claro que defensivamente sufrimos», admitió en la madrugada del miércoles, apenas acabar el duelo frente a un Génova con más ínfulas que talento, pero que hizo planear en Mestalla sombras recientes. El preceptivo examen de conciencia, recordar los pecados cometidos, fue el primer paso de Unai ante los periodistas.

Nadie tuvo que hurgar en la llaga ni recordarle que, en los tres últimos partidos que el Valencia ha jugado en su campo, el equipo ha recibido seis goles en contra, dos por rival, y que desde que comenzó la campaña sólo en un encuentro oficial acabó con la portería impoluta. Los guarismos inquietan aunque el Valencia tenga como estandarte al pichichi Villa, que menos mal...

Al entrenador guipuzcoano le preocupan los continuos desaciertos que su equipo comete en defensa. Se lamenta de las facilidades y de los errores puntuales. Es su dolor por los pecados.

«Hemos de encontrar el equilibrio entre la defensa y el ataque», fue otra de las frases, que viene a ser como la resolución de no volver a cometer los mismos descuidos y evitar todo lo que pueda llevar a que el sistema defensivo se convierta en un pasillo con alfombra roja para los rivales. Propósito de enmienda con trabajo y concentración.

«Debemos corregir los desajustes para no perder la capacidad del juego ofensivo», agregó. Margen de confianza tras una confesión cuando la campaña no ha hecho más que comenzar y, por lo tanto, hay tiempo suficiente para hacer las cosas bien. Porque ayer mismo uno se preguntaba qué pasaría si este Valencia timorato en defensa se enfrenta ya a ese Barça que no perdona...
5. (Las Provincias, 3 de octubre de 2009)

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