28/11/09

Bajitos de altura

Cualquier tiempo pasado fue. Y no seré yo quien añada el comparativo de mejor o peor. Pero seguro que nuestros mayores van a arrugar el entrecejo de la disconformidad y dirán que como aquella delantera que en Valencia electrizaba en los primeros años de la década de los cuarenta, nada de nada.

Es lo que va de ayer a hoy. Entonces los bachilleres recitaban de carrerilla lo de los Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza. Sin titubeos. Con la misma soltura que, para satisfacción paterna, en el 'cole' podían enunciar la extensa retahíla de los reyes godos, o en las reuniones familiares entonar 'La canción del pirata', el poema de Espronceda que han desempolvado unos malvados somalíes.

Los ataques hacían furor, y los chicos declamaban de pe a pa los propios y ajenos. La delantera 'stuka' sevillista de los López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Berrocal; la colchonera de 'seda', con Juncosa, Ben Barek, Pérez Paya, Carlsson y Escudero, o de la de 'los catedráticos' de San Mamés, que integraban Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza.

Eran otros tiempos. Ni mejores ni peores. Distintos. Los equipos utilizaban el sistema piramidal, con dos defensas, tres medios y cinco delanteros. Justo a la inversa que ahora, que no hay hacer mucha memoria para declamar delanteras, porque sólo juega uno en punta, o lo sumo dos si el partido es en propio campo.

Ahora no hay eléctricos ni 'stukas' ni maravillas ni magníficos. E incluso me temo que los chicos de la ESO sean incapaces de ir más allá de Wamba, que fonéticamente les resultará más familiar por la marca de zapatillas que por ser el último rey visigodo.

Sin embargo, en Mestalla luce el sol. Sin alcanzar los famosos quintetos de antaño, el equipo presenta cuatro internacionales que son la envidia de España entera. Pablo, Silva, Mata y Villa se han encaramado a los altares con el sobrenombre de 'los bajitos'. Pero, ¡ojo!, que como la economía manda, hay que aprovecharse ahora de su fútbol, porque seguro que no los veremos juntos la próxima temporada.

29. (Las Provincias, 28 de noviembre de 2009)

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