4/3/11

Algo más que el resultado

Al final lo que queda es el resultado. Con el paso del tiempo y salvo raras excepciones, no se suele mirar más allá de los guarismos. Importa poco el juego. Es injusto, pero sólo cuenta el reflejo del acta. 0-1. Lo demás queda en el olvido. El marcador es lo que perdura en la superficie, a la vista de todos, como cuando se vierte un chorro de aceite en un vaso de agua. Sin embargo, y aunque ahora lo que toca es mirar hacia Mallorca, al inmediato rival, no se deben olvidar las virtudes (también hubo defectos) que mostró el Valencia frente al Barça. Estuvo tan cerquita de, al menos, no perder que por eso escuece más la derrota.
Cuando un equipo le juega de tú a tú al líder y lleva la iniciativa (salvo en la última media hora del primer tiempo), es porque algo está haciendo bien. Y eso es un mérito, sobre todo si delante tiene un rival que todavía no conoce la derrota en campo ajeno, que encabeza la clasificación con amplia ventaja y en cuyas credenciales aparecen jugadores de la talla de Xavi, Iniesta, Messi o Villa.
Pero el esfuerzo físico, la actitud y el compromiso de los valencianistas (aparte del espectacular apoyo de la grada) no fueron suficientes para seguir con la buena racha. Además, un auxiliar de Iturralde fue un lince porque no dudó en levantar la bandera para invalidar un gol a Jordi Alba.
No obstante, a la vez que se valora la capacidad y el dominio del juego, también conviene mirar al otro extremo de la balanza. Después del inicio arrollador del Valencia, el Barça desaprovechó claras oportunidades propiciadas en su mayor parte por las reiteradas pérdidas de posesión, por errores no forzados, que vuelven a convertirse en algo habitual. Es la asignatura que se le resiste. Otros enemigos de menor enjundia no sacan tajada, pero el líder no perdona.
Aunque al final sólo prevalece el resultado, sería interesante recordar que el Valencia se subió a las barbas del gigante y que a Mallorca, Gelsenkirchen y Zaragoza ha de acudir con esa misma mentalidad.

218. (Publicado en Las Provincias, 4 de marzo de 2011)

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