31/3/10

La fábula de Iriarte

Estamos a punto de cruzar la peligrosa línea que conduce a la especulación, si es que no la hemos traspasado ya, que no me atrevo yo a decir que no, porque soy de los primeros que le doy cancha a la imaginación con la vista puesta en el futuro del Valencia.

Quedan nueve jornadas para que en la película de la Liga aparezca el the end, y el equipo sigue tercero en la clasificación, con un colchón de seis puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor, y al mismo tiempo se prepara para el primer round de los cuartos de final de la Europa League.

Pero aquí no quieren hablar más allá del partido inmediato, el de mañana con el Atlético, aunque a nadie se le escapan los comentarios sobre si Villa acabará en el Barça, Silva en el Madrid, Unai en el Sevilla o Manzano en Mestalla.

Hoy lo importante es que el rival mañana se encontrará con el estruendo de una afición que, a pesar de su disgusto por los precios de las entradas, está decidida a que todos diccionarios recojan su actitud como ejemplar sinónimo de lo que debe entenderse como jugador número doce. Que el 'You'll never walk alone' se quede en mantillas.

Lo de ir partido a partido está más que bien. No coniene mirar mucho más allá para evitar lo que le pasó a la famosa la lechera con el cántaro. Eso es lo que lo corresponde a los jugadores. Sin embargo los técnicos y dirigentes del club, aparte de la atención al presente, deberían mirar más allá, y quiero pensar que lo están haciendo, aunque su silencio invita a la duda.
Los buenos proyectos nunca son flor de un mañana. Eso es para los sorteos y loterías. El Valencia está obligado a mirar al futuro. A tener claro qué quiere hacer la próxima y las siguientes temporadas; qué jugadores son intocables y si confía o no en el entrenador. Eso de esperar a ver si hay Champions para tomar una decisión me recuerda una fábula de Iriarte. Aquella del burro que se encontró una flauta en el campo, dio un resoplido por casualidad y como sonó, acabó diciendo: "¡Qué bien sé tocar! ¡Y dirán que es mala la música asnal!".
77. (Las Provincias, a 31 de marzo de 2010)

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