1/3/10

A César lo que es de César

Hoy toca hablar de héroes y protagonistas, y cuando se trata de un partido de fútbol esas condiciones no siempre coinciden en el jugador más destacado del encuentro. Hay veces que el personaje admirado por su gesta nada tiene que ver con el que adquiere el máximo protagonismo, que puede hacerlo por villano.

Eso es lo que pasó ayer en el Calderón. César Sánchez, que fue el mejor del partido, se quedó sólo en héroe cuando estaba llamado a ser también el protagonista por sus brillantes intervenciones. Estuvo muy cerca de lograrlo. A quince minutos de la gesta, que fue cuando el Atlético sentenció su victoria.

Con sus destacadas acciones, César había hecho olvidar que el partido tuvo desde el primer momento dos protagonistas, que son quienes terminaron por arrebatarle el papel principal. Su compañero Carlos Marchena, que lo logró por su inconsciencia, y el árbitro Pérez Burrull, que lo hizo por su incompetencia.

El defensa sevillano había cometido un penalti de libro y el colegiado, que no lo apreció y dejó seguir el juego, permitió que las posteriores protestas y empujones que le propinaron de los jugadores del Atlético desembocaran en la intervención del cuarto árbitro para consultar con él y rearbitrar la jugada en cuestión.

Seguramente ahora los federativos encontrarán una justificación para que cántabro no pase una larga temporada dedicándose su verdadera profesión, que ni sé cuál es ni me interesa, y para que aparte de confesarse, que en los ratos libres pueda repasar el reglamento, que por cierto no le vendría nada mal.

La realidad es que Marchena y Pérez Burrull le amargaron la noche a César. Le arrebataron todo el protagonismo que el veterano guardameta había ido adquiriendo a pulso, minuto a minuto.

En el fútbol, aunque con el paso del tiempo sólo queda el resultado, ahora que todavía está calentito hay que insistir en que el portero valencianista fue el mejor. Ningún contertulio esbozará una sonrisa de escepticismo y causticidad al mirar el marcador. A César, lo que es de César.

64. (Las Provincias, 1 de marzo de 2010)

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