2/12/09

Miguel, ayer, hoy y mañana

Unai Emery ha tirado por la calle de en medio. Probablemente por convicción, que sería lo deseable y razonable; aunque quizá lo haya hecho porque no le quedaba otra, o tal vez porque se ha visto desbordado por los acontecimientos y desamparado por el consejo. Sea como fuere, todo hace pensar que el entrenador del Valencia hoy contará con Miguel Brito para fortalecer la defensa en la cita con el Lille. ¿La baja de Mathieu obliga?

Unai Emery ha 'perdonado' al futbolista portugués después de mantenerlo apartado durante dos partidos de Liga, como castigo por su enésimo acto de indisciplina, y después de que el defensa lanzara algunos mensajes recordando su deseo de abandonar el club.

No se trata de hacer leña del árbol caído. Ni mucho menos. Pero tampoco de esconder la cabeza bajo del ala. Habrá que poner los puntos sobre las íes, ¿no?, y dejar muy claro que ni Miguel ni nadie debe pasarse cuatro pueblos, tres aldeas y dos caseríos. Y eso lo ha de hacer el consejo de administración que preside Manuel Llorente, y desde luego no trasladarle toda la responsabilidad al entrenador. Demasiado fácil.

¿Que casi todos los jugadores salen? Pues claro. No hay más que dar una vuelta por ahí un jueves cualquiera, que Valencia tampoco es New York. Pero mientras la fiesta no sea en la víspera de un partido, no haya escándalo y, desde luego, el trasnochador no se duerma a la hora de acudir al trabajo y ofrezca buen rendimiento...

Miguel Brito tiene contrato con el Valencia hasta junio de 2011. A botepronto, su presencia cuesta una pasta gansa. El club paga una ficha federativa del orden de dos millones de euros por campaña, amén del millón y medio que supone la amortización de su fichaje.

En la distancia corta Miguel es un buen tío. Pero el Valencia no es una pandilla de amigos ni una ONG. Como en cualquier empresa, hay que pedir responsabilidades. Y no sólo por el respeto que merecen los demás futbolistas. Por el que siempre hay que tener al aficionado, que es quien pronuncia la última palabra, aunque a veces esté muy callado.

31. (Las Provincias, 2 de diciembre de 2009)

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