30/12/09

Juicio y cautela

En el Valencia necesitan ahora más prudencia que nunca. Al abordar el último episodio protagonizado por Miguel Brito, es imprescindible dejar aparcados los sentimientos y la vehemencia. Una cosa es lo que te pida el cuerpo y otra, muy diferente, tomar la decisión correcta.

A pesar de que el procedimiento judicial todavía está en periodo de instrucción y de que se siguen escuchando versiones contradictorias sobre lo ocurrido en la discoteca RS Dreams de Lisboa, Miguel Brito ya ha sido juzgado y sentenciado por parte de un tribunal popular.

El disgusto en el Valencia es más que lógico y compresible. Pero a Miguel ya se le ha castigado por los antecedentes. Por su fama. Por algo que el sentido común desarma sin necesidad de aludir a los principios fundamentales del derecho. Se le ha condenado por lo que nunca se debería enjuiciar a nadie. Aunque luego, si la investigación lo demuestra, podrá ser considerado como agravante.

En el momento actual la cautela no sólo es imprescindible porque aún no se hayan probado los hechos, sino porque en el supuesto de que lo fueran, para aplicar cualquier tipo de sanción habría que elucidar qué máximos y qué mínimos establece el reglamento disciplinario del convenio colectivo que suscribieron la AFE y la LFP.

Que Miguel se ha pasado tres pueblos se puede decir en la tertulia de un bar. Pero el asunto está 'sub judice', él es un patrimonio del Valencia (su fichaje costó más de nueve millones de euros), tiene contrato hasta junio de 2011 y, aparte de que ahora mismo sería ruinoso pensar en la desvinculación contactual, con el Mundial de Suráfrica por medio su devaluado caché podría revalorizarse.

La prudencia es una virtud activa. Siempre se ha dicho que es la madre de todas las demás. Supone aplicar la inteligencia y reflexionar adecuadamente. Sin duda un buen análisis es la mejor ayuda para acertar en las decisiones que se tomen. En este caso, pensando en lo mejor para la institución, para el Valencia.

40. (Publicado en Las Provincias, 30-12-09)

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