19/9/11

Ironías, favoritos y un hacha

Si Guardiola dice que lo normal es que el Barcelona no gane título alguno y Mourinho replica que la intención del Real Madrid pasa por asegurar la permanencia, mi amigo el valencianista se pregunta por qué él no puede gritar a los cuatro vientos «¡Aquí estamos nosotros!», sin que le tachen de irónico, como les ha ocurrido a los dos Pepes.
Pues claro que sí. Si durante dos años consecutivos el Valencia ha sido el mejor equipo del segundo grupo, cuando los favoritos, que son los dos más ricos, se ponen la piel del cordero, si se puede habrá que aprovecharlo, ¿no?
Treinta y ocho jornadas es un mundo, aunque lo que va delante, va delante. Pero de la misma manera que no hay que lanzar las campanas al vuelo por estar en cabeza, tampoco es de recibo eso de que un todopoderoso que viene acaparando títulos se refugie en el recurso de la sorna en cuanto le han venido un par dobladas, porque al final de la corrida, después de tantas goleadas, si realmente acaba en blanco, se le podrá buscar el rubor. Y a Mourinho, después de lo de ayer, también se le puede decir que no se descuide.
Mi amigo insiste eufórico. «¡Oye, tres de tres y Soldado pichichi!». Que sí, que tiene razón, le digo. Aunque ante tanta vehemencia he de recomendarle un poco de discreción, que siempre es una buena compañera de viaje, y le advierto de que el peligro de hacerse ver demasiado es que aquí, a la mínima, te pueden sacar los colores.
En este mismo foro comentamos el jueves pasado que Unai Emery había desenterrado en Genk los debates de la portería y del sistema de juego y que debería de ir con cuidado porque hay bastantes aficionados que le tienen ganas y a la mínima no dudan en desenterrar el hacha de guerra. Pues bien, un día después, camino de Gijón, fue él quien se apropió la expresión para espolear a sus futbolistas. «Si veo relajación, saco el hacha», dijo, y como hubo dominio y el resultado fue favorable, no hubo nada que objetar porque de lo contrario, hubiéramos visto quién la empuñaba.


300. (Publicado en Las Provincias, el 19 de septiembre de 2011)




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