El personal no anda nada conforme con
lo que pasa y cada vez muestra menos confianza en la Justicia. Tanto por la
demora, que se las trae, como por las sentencias. Pero, pongamos que estamos hablando
de deporte; de la sanción que hace un par de días le impuso a Ronaldo el Comité
de Competición de la FEF, aunque sin olvidar que el castigo de dos partidos de
suspensión, que ha sembrado un descontento casi general, no es más que la
prolongación de lo que está ocurriendo en la sociedad.
Según el color del aficionado los dos
partidos al madridista pueden parecer más o menos justos aunque, tonos aparte,
son muchas las voces que desde las redes sociales a la tertulias se han dejado
oír, preguntándose por qué sólo dos encuentros, cuando por acciones similares
el castigo ha sido superior. Para el ciudadano de a pie es algo parecido a lo
que planteó Luis Bárcenas apenas salir de Soto del Real tras pagar la fianza.
El ex tesorero del PP comparó su situación en prisión con los casos de Jordi Pujol y Rodrigo
Rato, ya que entiende que ha estado viviendo un atropello porque no le han dado
el mismo tratamiento.
La Justicia determinará si hay arbitrariedad. En el deporte, desde
luego, parece que sí. Los aficionados de Mestalla, como ocurre en otros recintos, conocen bien
la veleidad en las sanciones deportivas. No es un asunto nuevo. Sin ir
demasiado lejos, en las primeras jornadas de misma temporada Alexis Ruano (Getafe) fue
sancionado con cuatro encuentros por un manotazo a Mandzukic (Atlético de
Madrid) aunque, claro, el Comité de Competición, como ahora, emitió la
sentencia basándose en la redacción del acta. Y mientras que en un caso el
árbitro describió que la expulsión del ex valencianista fue por "golpear
con la mano en la cara de un adversario, empleando fuerza excesiva",
en el otro señaló que el futbolista portugués dio "una patada a un
adversario, sin estar el balón a distancia de ser jugado". Por lo tanto, todo
lo complementario con Edimar –y otros jugadores del Córdoba– que las
televisiones repitieron una y otra vez queda como un efluvio y refuerza la convicción
de que es necesario que el legislador se remangue las puñetas y tome las
medidas para mejorar un régimen jurídico obsoleto que no hace más que alimentar
discusiones y acusaciones.
Y hablando de acusaciones. ¡Cómo huelen
las recientes de Villar a Tebas y Cardenal! El que por cargo es máximo
responsable del fútbol español, quiere asegurarse unos años más la poltrona. Va
camino de los 30 años y no consta que se haya planteado abdicar en favor de
alguno de sus tres hijos. Ahora por el
poder anda a la greña con el presidente de la Liga Profesional, y por las
auditorias con el secretario de Estado para el Deporte. Y amenaza con paralizar
la competición. A lo mejor ha llegado el momento de levantar las alfombras de
los despachos y tirar de la manta en esa parcela del fútbol, y airearla bien
aireada para que desaparezca de una vez por todas el intenso olor a rancio y a
naftalina que la envuelve.
567 (Publicado en Las Provincias, el 30 de enero de 2015)
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