30/3/12

¡Cruzad los dedos!

Vamos a poner por delante que el Valencia puede y debe de resolver la eliminatoria el jueves que viene, en Mestalla. Seamos optimistas, pero enseguida pasemos a lo de ayer, que fue un poco más de lo mismo que hemos visto otras veces. Nada nuevo bajo el sol. Tremendo esfuerzo para no conseguir nada. Todo lo contrario que rival, que con muy poquito se llevó el premio. ¿Será necesario tocar madera o cruzar los dedos?
Cuando la fortuna se empeña en dar la espalda a un equipo, no hay nada que hacer. Y más si el depósito de la confianza va perdiendo por el camino. Ni pata de conejo ni herradura que valga. El premio que antes del descanso recibió el Valencia fue un gol en contra. Aunque sin brillar, había hecho todo el esfuerzo para retirarse airoso. El AZ no le había inquietado lo más mínimo. Pero llegó lo de tantas y tantas veces. Un error de colegial en el marcaje. El gol de Holman supuso que en el último minuto llegara la primera desventaja. ¿Es o no es más de lo mismo? Al Valencia le falta pegada y encima se las pegan todas en el mismo carrillo. Esto es un "patir" continuo, porque aunque el empate de Topal apenas iniciado el segundo periodo vino a decir que no era cuestión de cruzar los dedos, que jugando al fútbol se podía ganar. Pero, amigo, es que el Valencia es como lo de las lluvias, que se asomaron tímidamente con la primavera y no llegaron a atenuar los graves daños de la sequía invernal. El gol fue un espejismo, a pesar que el rival no es nadie y además en el balance final se recuerden jugadas de moviola que por lo que se ve sólo las apreciamos los espectadores. ¿Los árbitros? Aunque los pusieran colgados del larguero, ni se enterarían. El gol de Martens cerca del cuarto de hora final puso al equipo en evidencia. Así se entiende la preocupación que rodea al valencianismo.
379 (Publicado en Las Provincias, el 30 de marzo de 2012)









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