Más de veinticinco años antes, esa imagen se repetía con cierta frecuencia. La complicidad entre el utillero y el máximo goleador del Valencia era habitual en el recinto de Artes Gráficas. Claro que entonces Españeta peinaba menos canas, el Guaje estaría empezando a corretear por Tuilla y al que hacía las dianas le apodaban Matador.
En aquellas fechas, además de pinchar al goleador para estimularlo, el utillero cruzaba con él curiosos desafíos que sólo conocían los más íntimos. Las apuestas on line todavía formaban parte de un futuro lejano, y los dos protagonistas se divertían con sus envites secretos.
En los preliminares de los partidos de Mestalla, cuando concluía el habitual peloteo de calentamiento, desde larga distancia Mario Kempes enviaba uno de los balones hacia Bernardo que, situado junto a la banda, debía de detenerlo con un solo toque. «Mil pelas me debes», reía el utillero, tras un perfecto control, y pronosticaba: «Hoy marcarás el primero». Y solía acertar.
Es muy difícil que ese viejo flash vuelva a repetirse al completo.
Probablemente porque entre ambos hubo mayor complicidad y también porque los años no pasan en balde para nadie y Bernardo, por mucho que él diga, ya no tiene tanta habilidad con el balón en los pies. ¿O sí?
Sea o no sea así, en la madrugada del lunes se reeditó una imagen entrañable. La del utillero que quiso ser talismán y espoleó al goleador, como hizo en los felices ochenta con el Matador. Bernardo despidió esa noche tan feliz como el Guaje, que se había sacudido la bulimia de goles y recuperaba la condición de máximo realizador de la Liga.
62. (Las Provincias, 24 de febrero de 2010)
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