28/9/09

Una semana de ocho días

¿Quién no ha dicho alguna vez eso de que las semanas deberían durar ocho días? Aunque rápidamente se retracte al constatar que, sobre todo en época de crisis, los sindicatos no iban a conseguir que la patronal concediese el visto bueno a más horas de asueto remuneradas.

En todo caso, la semana que hoy empieza el Valencia debería ser de ocho días. O si me apuran, incluso de diez, ¡hala!, como pretendían los 'sans-culotte' de la Revolución francesa. Y es que de hoy hasta el domingo van a producirse muchos acontecimientos. En lo social y en lo deportivo. Reuniones y partidos.

Para entre hoy y mañana -no hablaré si no es en presencia de mi abogado- están previstas repetidas citas entre los ex presidentes Juan Soler y Vicente Soriano con Víctor Vicente Bravo. El representante de la firma Dalport, con sólo un 5,3% de las acciones del club, sigue dando coletazos. No se resigna a bajar un peldaño del plano mediático mientras los ex dirigentes buscan soluciones para recuperar los duros que han invertido.

Al mismo tiempo, el ex consejero Vicente Silla está decidido a sacudirse la presión de forma definitiva, porque este verano, sin necesidad de gimnasio, rebajó varios kilos por meterse en un jardín de maniobras accionariales, convencido de que con eso ayudaba al Valencia y a sus amigos.

En el club tampoco se van a parar las reuniones. Fernando seguirá tratando de convencer a Unai de que añada en su condimento algo más de solidez defensiva, ya que resulta paradójico que el equipo que tiene al pichichi encaje goles con tanta facilidad.

Y, delante de ese horizonte, dos citas ¿para las rotaciones? El jueves vuelve la Europa League a Mestalla, con la visita del Génova de Emiliano Moretti, y el domingo, en Santander, oportunidad para remontar el vuelo en la Liga. Por todo ello, a lo mejor «ocho días a la semana», como decía la canción de los Beatles, no son suficientes.

3. (Las Provincias, 28 de septiembre de 2009)

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