27/4/11

De Tola a Llorente

Me viene a la mente aquél programa de televisión que a mediados de los ochenta cada semana metía en el salón de los hogares españoles Fernando García Tola: «Si yo fuera presidente». Ahora mismo casi todos los valencianistas con los que coincido se pronuncian como si tuvieran la responsabilidad en sus manos. «¡Si yo fuera Llorente.!». El enfado es morrocotudo. Hablan con la misma vehemencia que Jaime Peñafiel cuando se refiere a la princesa Leticia. «¡Ezto no pué ser, María Teresa!» ¡Y dicen que hay que despachar a éste, al otro, a Maroto y al de la moto! ¡Cómo está el patio! No queda títere con cabeza. El set que el Real Madrid metió el sábado escuece demasiado. Hay enemigos y enemigos, y para muchos está prohibido perder con el Madrid, Barça y, últimamente, Villarreal. Por eso si la derrota es en casa y por goleada, de nada sirve el paño caliente que significó que los vecinos castellonenses cayeran en Sevilla y que así el equipo pueda seguir en tercera posición, con la misma ventaja, ahora ya a cinco jornadas del final. Las derrotas duelen y esa, frente al Madrid, más por cómo fue. Por la indolencia del equipo. Pero la trayectoria no se debe de medir por un partido. Ni por la manita al Villarreal ni por el desastre frente a los que no son tan reservas blancos. Hay que mirar mucho más allá, aunque entiendo que mi amigo abandonara Mestalla cuando Higuaín hizo el 0-4. En Valencia hablar de confianza o de proyecto es utópico. Siempre ha ocurrido lo mismo, ¿no Rafa? ¿O se lo preguntamos a Héctor? ¿O a Quique? Despachar al entrenador es sencillo porque acaba su contrato, como le ocurre a César, Albelda, Vicente y Stankevicius. Pero hay que buscar un relevo, y ademas para aligerar la plantilla es necesario echar mano del talonario. Llorente tiene un marrón. Recuerdo que García Tola escribió un ensayo que tituló «Cómo hacer absolutamente infeliz a un hombre...», pero no sé si en algún pasaje aludió al presidente de un club.

239. (Publicado en Las Provincias, 27 de abril de 2011)

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