16/6/10

Yo me lo guiso, yo me lo como

Hoy es uno de esos días propicios para tomar decisiones difíciles de compartir y que, por lo tanto, lleven emparejada buena dosis de crítica. Como la selección española debuta en el Mundial de Sudáfrica, todo el personal estará mucho más pendiente del estado físico de Iniesta, de la magia de Silva y de las estocadas de Villa que, por ejemplo, del Consejo de Ministros en el que Gobierno aprobará la reforma laboral.
Si Manolo Llorente tuviera que tomar más medidas traumáticas de las que ha adoptado hasta ahora, hoy sería un buen día. Y si no que se lo digan a José Luis Rodríguez Zapatero, que ha sabido elegir y fijar la mejor fecha para lograr el objetivo, cosa que probablemente conseguirá, aunque con un coste político que habrá que sopesar luego, en las urnas.
Pero el presidente del Valencia no tiene ese problema de urnas, porque si está donde está es porque le buscaron para sacar adelante el proyecto, y cuenta con amplio respaldo bancario y apoyo institucional. Sólo la grada de Mestalla es capaz de plantar cara al patrón de la nave, que ahora mismo no tiene otra obligación que rebajar más y más la deuda; encontrar un plan de viabilidad y que así la Comisión Nacional del Mercado de Valores autorice de una vez por todas que buena parte de las acciones de Fundación se puedan vender y transferir al pequeño accionista.
Recientemente Manolo sacó pecho al recordar que la deuda del Valencia ya había disminuido en más de cien millones de euros (ahora se establece en unos 450) y casi de inmediato el defenestrado Fernando Gómez, haciendo de Pepito Grillo, le bajó los humos al recordar que el club había ingresado 40 millones por el traspaso de Villa y que la Generalitat avaló los 92 millones de euros de la ampliación de capital... Manolo Llorente se ha complicado la vida por ese yo me lo guiso, yo me lo como, tan propio en él. Presidente, director deportivo, consejero delegado... Algunos incluso lo imaginan de entrenador, porque a lo largo de la temporada no dudó en enviar al técnico más de un recado.
Pero a pesar de todo aún dispone de tiempo para demostrar sus habilidades de buen gestor, como hizo en otras ocasiones. Nadie le va a quitar ningún mérito, pero el necesario tijeretazo económico no debe de pasar únicamente por la transferencia de David Silva y Juan Mata. Sólo para eso no hacen falta alforjas.
109. (Las Provincias, 16 de junio de 2010)

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