Decirle adiós a 2014 desde una provisional cuarta posición que al final de la corrida daría derecho a disputar de Liga de Campeones, no está mal para un equipo que ha establecido esa meta como objetivo mínimo, y apenas hace cuatro días estaba con los nervios a flor de piel porque se había atascado durante cuatro jornadas consecutivas, aparte de que en la Copa del Rey el Rayo Vallecano le había sacado los colores. Por todo eso, la victoria en Ipurua antes de despedir el año ha sido el bálsamo que, como se suele decir en estas ocasiones, sí o sí necesitaba el Valencia.
A pesar de que por delante queda un
largo camino, los 31 puntos que acumula el equipo a falta de tres jornadas para
el final de la primera vuelta, suponen un buen visado que le debe dar confianza
para tratar de alcanzar el destino. Eso sí, no conviene pasar por alto que el
retrovisor avisa de que tanto el Sevilla –con un partido menos–, como el Villarreal
y Málaga están ahí, pegaditos, soplando en la oreja, con lo que eso incomoda, aunque
para el quienes ven fútbol sin pasiones hace que la competición se presente muy interesante.
Desde que la Liga arrancó en Sevilla y
allí Nuno echó el resto en las sustituciones para recuperar un punto, ha habido
de todo, como en botica. Luces y sombras, aunque ahora mismo lo que más destaca
es que en el haber del entrenador portugués aparece el acierto con el último
dibujo –y van cuatro–, con el que sorprendió a todos, y bastante más a Garitano.
Nuno llegó a Mestalla con la idea de un tradicional 4-4-2, aunque no tardó con cambiar para desenvolverse con tres medio centros. Poco después, por las ausencias –y también porque los rivales le habían cogido el tranquillo–, modificó el dibujo (4-2-3-1) tratando de juntar más las líneas, para que el equipo estuviera más arropadito.
Nuno llegó a Mestalla con la idea de un tradicional 4-4-2, aunque no tardó con cambiar para desenvolverse con tres medio centros. Poco después, por las ausencias –y también porque los rivales le habían cogido el tranquillo–, modificó el dibujo (4-2-3-1) tratando de juntar más las líneas, para que el equipo estuviera más arropadito.
Dicen que son los jugadores quienes hacen
o no buenos los sistemas, pero en la victoria en Eibar aparte de las ndividualidades, el entrenador luso estuvo sembrado. Se sabía el partido de pe
a pa, que aquél escenario es más estrecho que ninguno, y sin dudar tuvo el
atrevimiento de aplicar un 3-5-2. Hizo
un Valencia moldeable –con tres centrales, un sólido medio campo con dos
carrileros y la pareja de delanteros– y el equipo fluyó como el agua que corre
y nunca se estanca. "Be water, my friend".
Fue un paso adelante pocas horas antes de alcanzar el solsticio de invierno y el descanso para comer sosegadamente los turrones. Una victoria que se tradujo en tranquilidad, sí, aunque para arrancar el nuevo año no cabe aquel dibujo ni mucho menos las confianzas. Ha de quedar claro que aquello es agua pasada, y si el equipo es moldeable, ahora afronta otra historia. No hace falta recordar quién visitará Mestalla.
Fue un paso adelante pocas horas antes de alcanzar el solsticio de invierno y el descanso para comer sosegadamente los turrones. Una victoria que se tradujo en tranquilidad, sí, aunque para arrancar el nuevo año no cabe aquel dibujo ni mucho menos las confianzas. Ha de quedar claro que aquello es agua pasada, y si el equipo es moldeable, ahora afronta otra historia. No hace falta recordar quién visitará Mestalla.
562. (Publicado en Las Provincias el 26 de diciembre de 2014)
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