5/9/14

SIN PAUSAS

El nuevo curso, el de la reforma educativa, ha llegado repleto de ilusiones para el Valencia, también con renovaciones. El futuro pinta bien y el equipo echó a rodar como muchos otros desearían haber hecho. Un buen principio que engloba dos acepciones: la del eficaz comienzo. y la de los valores y la moral, porque después de las pocas luces y demasiadas sombras que enturbiaron la campaña anterior, los aficionados –a pesar de que este año deberán conformarse con ver la competición europea a través de la tele– han recuperado la sonrisa e incluso los más optimistas, a pesar de que esto no ha hecho más que dar dos pasos, ya la lucen de oreja a oreja.
La plantificación de la plantilla ha ilusionado mucho al personal y, aunque todos sabemos o deberíamos de saber que los grandes equipos se construyen con buenos cimientos en la defensa, lo que más ha atraído ha sido el tridente que forman Alcácer, Rodrigo y Negredo, llamado a destrozar las defensas rivales. Es de lo que más se habla. Eso sí, probablemente no será fácil que veamos a los tres espadas en la mismo ruedo, aunque si se torcieran las cosas en algún partido, tampoco sería descabellado pensar en que el nuevo entrenador echaría el resto, como hizo en el debut en el Pizjuán.
Los fichajes han estimulado al aficionado y los buenos resultados aportan tranquilidad y confianza al equipo. Pero, además, el calendario ha proporcionado al entrenador un tiempo extra que será favorable para seguir trabajando y que en este tránsito, lo que hasta ahora no ha sido más que un prólogo, encuentre la deseada continuidad de futuro.
Por delante queda un largo camino,  y aunque no es malo derrochar ilusión, tampoco es tan bueno dar por hecho cosas que todavía no han sucedido y que no dejan de ser incógnitas por despejar. Desde el entrenador al rendimiento del vestuario –la plantilla prácticamente se ha renovado–, sin olvidar que el empresario de Singapur que aún no ha estampado la firma para la adquisición de la sociedad. Vamos, que confianza sí; pero tiempo al tiempo. Como dijo aquél: Sin prisas, pero sin guasas. ¿O sería sin pausas?
 
551 (Publicado en Las Provincias, el 5 de septiembre de 2014) 

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