22/11/10

TARJETAS Y CAMBIOS

uando se cumple un tercio de la Liga y los jugadores, como ocurre en el caso del Valencia, acumulan 50 amonestaciones, hay que hacérselo ver. Algo no funciona. Conforme avanza la competición la situación es tan preocupante como las lesiones. A los jugadores que pasan por la enfermería hay que añadir los que rozan un encuentro de sanción (Navarro, Éver, Aduriz, Soldado y Tino). Son circunstancias que afectan al devenir.
En el deporte de contacto son habituales las acciones punibles. La mayoría obedecen a la inercia del juego, pero otras tienen pinceladas de cruce de cables. También hay situaciones estúpidas debidas al desconocimiento del reglamento, y demasiadas se deben a errores de quien ni lleva toga ni puñetas, pero la hace por sus arbitrarias interpretaciones.
No es un eximente para los valencianistas, pero algo huele mal en esto de las amonestaciones. Infracciones al margen, estamos viendo demasiadas varas de medir. No se trata de que uno prefiera que su asunto caiga en tal o cual juzgado, porque su titular es así o asá. No es eso. Es que repetidamente se produce que el mismo individuo, diez minutos después de un desacierto, comete un nuevo pecado cuando compensa el error anterior.
Además de las veleidades de los árbitros, no hay que dejar de lado las caprichosas normas y los dislates del comité sancionador que en ocasiones aplica criterios que van desde la indignación, si afecta al equipo de uno, hasta la carcajada, en el caso de que a ese le resbale el damnificado.
Muchas incongruencias. Entre otras que el castigo con la tarjeta roja resulte más favorable que la expulsión por doble amonestación. En el primer caso, la sanción se cumple en el partido inmediato, que probablemente sea de Copa contra un rival menor. En el otro afecta a la siguiente jornada.
Como las tarjetas de Navidad, desplazadas por sms y mails, las amarillas y rojas necesitan un repaso. Los jugadores han de reflexionar, sí, pero se impone un cambio de criterios y protagonistas.

174. (Publicado en Las Provincias, el 22 de noviembre de 2010)

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