22/9/10

Ever, Ujfa y el tufo a rancio

El mundo del fútbol debería de hacérselo ver. Tendría que mirar hacia otros horizontes para tratar de mejorar y soltar las amarras que le sujetan a un pasado con tufo a naftalina. Ahora se reclama mayor protección «a los buenos futbolistas». ¡Bien, pero que Dios nos pille confesados, porque conviene que el alma esté en estado de gracia!
En Mestalla hoy coinciden Valencia y Atlético de Madrid, y ni Unai puede utilizar Banega, lesionado, ni Quique a Ujfalusi, castigado y, si fuera por las ganas que muestran algunos, a punto de subir a la cruz.
Nadie con dos dedos de frente pondrá el mínimo pero a la expulsión de Ujfa por la brutal entrada a Messi. Pero ni es cuestión de hacer leña del árbol caído, porque un deportista que se precie nunca piensa en dañar al rival, ni la cosa debería quedar ahí.
He oído proclamar que hay que cuidar a los buenos jugadores. Pues claro. ¿Pero sólo a los mejores? ¿Por ejemplo, si derriban a un 'crack' dentro del área es un penalti y en cambio es saque de portería si quien el zancadilleado carece de ese nivel? ¿Y si la patada es al que consideran mejor futbolista del mundo, hay que crucificar de inmediato al contrario?
Hace un par de semanas alguien debería haberse echado las manos a la cabeza cuando el racinguista Diop lesionó a Éver y ni siquiera fue amonestado. Y sigo con el Valencia. ¿Se acuerdan del partido frente al Brujas correspondiente a la UEFA de la pasada campaña? Seguro que Mathieu no lo olvidará, porque Hoefkens le envió a la enfermería para tres meses y él, como el senegalés, se fue de rositas. Y ahora una del Atlético: ¿La entrada de Gurpegui al Kun fue de tarjeta roja o de qué?
Son ejemplos recientes, a botepronto, pero si echamos mano de la hemeroteca salen demasiados. Aquí y allá. Y no hay criterio. Por eso este deporte sigue oliendo a rancio y porque además algunos fariseos emiten su juicio en función de quién sea la víctima. El fútbol necesita aire fresco. Pero a ver quién es el guapo que consigue que los «fifos», «uefos» y compañía abandonen el sillón.
151. (Las Provincias, 22 de septiemebre de 2010)

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