5/9/10

El mensaje de Mestalla

El verano se prepara para decir adiós con un previsible aumento de las cifras de desocupación en España y me da en la nariz que esta temporada en el Valencia algún jugador ocupará la grada más veces de lo que él quisiera. No es que se vaya a quedar en el paro, porque en todo caso cobra y cobra bien. Tampoco es problema de overbooking. Se trata de un asunto de exigencias. Aparte de que ha aumentado la competencia y de que ya ha habido algún tirón de orejas, Unai Emery es un entrenador partidario de dar prioridad a poco más de una quincena de jugadores.
A pesar de que el Valencia afronta el curso con el deber de luchar y rendir en tres frentes (Liga, Champions League y Copa del Rey ) y que, por lo tanto, las rotaciones se entienden como una obligación, el criterio del entrenador, sus palabras, y las recientes declaraciones del coordinador de la secretaría técnica, han dejado muy claro que no hay permiso para dormirse en los laureles y que si alguien se encandila, a lo mejor sólo tiene cabida en supuesto de la lesión de un compañero.
En lo deportivo, el Valencia ya se ha olvidado de los ausentes y ha iniciado la temporada con la mochila repleta de aspiraciones y obligaciones. Nadie pide la Luna ni se establece otra línea de meta que la de igualar lo que se alcanzó en el ejercicio pasado, aunque sin olvidar que la Copa fue una decepción porque el equipo besó la lona en el segundo round. Se avanza con optimismo.
En lo social, ocurre lo mismo. Máxima exigencia y también confianza. Se trata de rebajar la deuda, generar recursos y, aunque suene a ingenuidad, afrontar los proyectos necesarios para econvertir el Valencia y que algún día deje de ser un club de unos pocos.
Pero en todos los casos está prohibido vender humo. Las misivas de optimismo no pueden terminar como el chiste que hace unos años atribuían a Morán y que ahora tiene a Zapatero como protagonista. Ese de que sus mensajes son como los de «Misión imposible», que se autodestruyen en 30 segundos. No. De esas ya hemos tenido bastantes.
143. (Las Provincias, 3 de septiembre de 2010)

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