Tan, tan, tan, tan tataaán, tan tataaán... Retumban los estremecedores
acordes de la Marcha Imperial de Star Wars. Ganar, ganar y también soñar. Es
una publicidad de lo que se avecina el domingo en las urnas, pero a la vez vale
para el Valencia, que mañana despide la Liga en Almería con la obligación
ineludible de ganar. El equipo blanquinegro se juega toda la temporada a una sola
carta y no le está permitido detenerse en razonamientos, ni en echar cuentas,
aunque la situación no deja de ser paradójica y realmente exige una amplia
reflexión, pues si hace unas semanas hubo quien no tuvo ningún rubor en hablar
de que se iba a alcanzar el título de Liga, ahora a la vista está la realidad que
vive el equipo, apretando las nalgas y mirando al Sevilla por el rabillo del ojo.
Champions es Champions, diría Boskov. El prestigio deportivo que supone
participar en esa competición continental lleva emparejado un buen pellizco
económico, no sólo por los euros que reportan los play off, la fase de grupos y
los resultados, sino también por el porcentaje del reparto del pastel
televisivo, que no es moco de pavo. Hay mucha pasta por medio, ¿eh? Y, mire
usted, después realizar una temporada bastante más que aceptable –aunque nadie
debería de olvidar que el Valencia despreció la Copa del Rey para centrarse en
la Liga–, lo que ahora pueda conseguir para su futuro va depender del marcador que
consiga en campo de un colista, desde hace tiempo con tufo a Segunda.
Mañana es la jornada general de reflexión, especialmente dedicada para
que los indecisos disipen las dudas ante la inminente visita a las urnas. Sin
embargo el Valencia, que a lo largo de ejercicio ha sido demasiadas veces inseguro,
no puede permitirse la mínima vacilación y además ha de aplazar sus
medicaciones o, mejor, llamémosle examen de conciencia, hasta media tarde. Al
menos hasta las ocho y media, que será cuando (aunque quede pendiente el
resultado de un poco relevante Real Madrid-Getafe) ya habrá caído el telón de
la Liga y se habrán repartido los boletines con en unos casos plácidas, en
otros dramáticas notas finales.
Del ejercicio algo queda muy claro. Que como en los anteriores, a lo largo de la temporada se ha
mantenido el tradicional bipartidismo de los habituales trasatlánticos –y de
momento ahí no hay urna que lo vaya a cambiar–, aunque se ha acentuado la
igualdad entre otros tres equipos (Atlético, Valencia y Sevilla) que han
estado, que están animando la competición hasta el final, a pesar de que no es
normal que el de Mestalla se haya visto ahora como se ve, porque podría quedar
compuesto y sin novio.
–¡A la bicha ni la nombres! –espeta mi amigo el valencianista que
también deja su reflexión para después de las ocho y media.
Mientras sigue sonando el leitmotif de Darth Vader: Tan,
tan, tan, tan tataaán, tan tataaán...
577. (Publicado en Las Provincias, el 22 de mayo de 2015)
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