14/3/14

NADA CAMBIA

Viene de lejos y ni se puede centrar en el pasado ni en el presente porque, tal como está estructurado el sistema del fútbol, los errores arbitrales también son asunto de futuro. La historia se repite y, decía Darwin, ese es uno de los grandes errores de la historia. En el fútbol no hay vuelta de hoja mientras no se ponga el remedio necesario para que los desaciertos, y en ocasiones tremendos despropósitos, sean los mínimos y no se repitan.

En Mestalla, como en otros muchos campos de fútbol, se han vivido y se seguirán viviendo situaciones que ponen en entredicho al colectivo arbitral español que desde 1993 –¡21 años!– dirige Victoriano Sánchez Arminio. Los valencianistas más veteranos se acordarán de la infausta actuación de un tal Gojenuri, cuyo apellido se convirtió a mediados de los años cuarenta en el "insulto" generalizado para calificar a cualquier desacertado e incompetente colegiado, de la misma manera que en el desaparecido campo de Vallejo se utilizó el apellido Ferrete, otro que no se quedó a la zaga porque por su torpeza o consigna, en los sesenta privó del ascenso a los azulgrana.

La lista sería de torpezas es interminable. Desde el timorato portugués Campos, que impidió que el Valencia alcanzara su tercer título consecutivo de la Copa de Ferias, hasta los nefastos arbitrajes de los Sánchez Ibáñez, Sánchez Ríos, Mazorra Freire, Soriano Aladrén..., que realmente perjudicaron al club de forma notable.

Claro, cuando pasa lo que ocurrió el domingo... Los aficionados del Valencia se echaban las manos a la cabeza porque Fernández Borbalán sancionó como penalti una jugada que, vista una y otra vez, no parece que lo sea. Era un lógico malestar que contrastó con la indiferencia de quienes desviaron la mirada con el fin de no tener que aceptar el fuera de juego de Alcácer en la jugada del 1-0. Mi amigo Salva lo califica de arbitrajes de descanso, que son esos en los que durante el intermedio el colegiado hace examen de conciencia o recibe un WhatsApp y, para enmendar su error anterior, quiere compensar y comete otro. Dos errores en uno. Es el modelo  oferta. Otro más del tipo de desaciertos. Pero nada cambia

541 (Publicado en Las Provincias es 14 de marzo de 2014)

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