12/11/12

LA GOTA FRÍA

No hay manera. Lejos de Mestalla el Valencia ni tiene suerte ni tiene acierto. Otra pifia. Se le sigue atragantando el horario matutino y en la Liga todavía no conoce la victoria como visitante. Desde el 0-3 de San Mamés, en marzo pasado, ha llovido bastante... y ya amenaza la gota fría.

Y eso que esta vez el partido del morbo (morbo por aquello de Djukic era la primera opción para reemplazar a Unai) empezó muy bien para los de Pellegrino. Bien por dominio y por el gol de Sissokho. Pero luego ocurrió algo parecido a lo que explicaba ayer el hombre del tiempo. Poco a poco el viento empezó a rolar a gregal, el equipo de Pucela se desperezó, y eso activó una primera línea de tormentas. Como la gota fría, porque el empate es más que un chaparrón para el Valencia.

Aunque siempre hay quien ve la botella medio llena (“Seguimos sin perder”, escuché justificarse a uno de los protagonistas), esto empieza a ser preocupante. Se debería de activar la alerta naranja porque los plazos de confianza se extinguen y las jornadas van pasando.

En un duelo entre un equipo Champions y uno recién ascendido, el Valencia dio un traspiés, y precisamente por la diferencia que existe entre uno y otro bloque, de poco sirve buscar la justificación barata en si tal jugada fue penalti o dejó de serlo. El Valencia no sabe cerrar los partidos y aparte de que en algunos momentos el Valladolid llegó a dominar, para analizar la situación habría que hurgar más allá de los arbitrajes, que sí, dejan bastante que desear. Pero eso ni es de hoy ni es de ayer. Nada nuevo bajo el sol. Poco sol, eso sí, porque está muy nublado. Lo que sorprende y debería de provocar una profunda reflexión es que de los 18 puntos posibles por los seis desplazamientos, el Valencia sólo ha sumado dos. No es difícil imaginar qué estaría ocurriendo en otra circunstancia y con otros protagonistas. Ojo con la gota fría.

469 (Publicado en Las Provincias, el 12 de noviembre de 2012)

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