11/1/12

La ley de Murphy y Unai

Eso de que la tostada siempre cae al suelo por el lado de la mantequilla, aparte de que no es cierto, tiene una explicación. Influye la altura y el peso. No hay que darle más vueltas. ¿Si algo puede salir mal, saldrá mal? No necesariamente. La ley del tal Murphy sólo sirve para sonreír cuando se justifican adversidades.

Aunque infortunio es lo que ocurre con los porteros del Valencia, la situación no es de sonrisa. La cuestión se resume en lesiones, necesidades, confianzas y, sobre todo, riesgos. 1º, Alves se ha recuperado y hoy será titular en Sevilla. 2º, Guaita sigue afectado por un edema óseo en la mano derecha, pero Unai, que vive de los resultados, lo convoca porque, además, los servicios médicos del club no le han dado la baja. 3º, El entrenador lo prefiere lesionado a tener que echar mano de un novato. Y 4º, Si apenas demostró confianza con Pereira, ahora también en la enfermería, ¿cómo iba a dársela a un chico del filial?

La postura de Unai entraña una dosis de egoísmo y a la vez de lógica. Guaita lleva lesionado desde finales de octubre y como ha visto que se esfumaba la titularidad, apenas ha puesto reparos en parar y recuperarse. Y el técnico se ha aprovechado, aparte de la carga de presión que le han metido, con lo de que al menos hay que llegar a las semifinales de la Copa.

Realmente Unai se juega mucho en Sevilla, pero la situación también entraña un riesgo para Guaita. En el supuesto de que el de Torrent tuviera que intervenir, debería de hacerlo infiltrado y sería un paso atrás en su recuperación. De nada habrían servido los diez o doce días de descaso que lleva, porque los especialistas le recomendaron veinte más. Pero, ¿qué pasaría en el caso de que el técnico hubiera llamado a un chaval del filial que, como un flan, se viera forzado debutar en Sevilla? ¿Y si lo hiciera mal, se le perdonaría a Unai?

No es cosa de pensar en que lo que pueda salir mal, va a salir mal. Lo de Murphy no es más que un cuento chino y lo lógico es que Guaita no tenga que intervenir y que Unai respire tranquilo.


348 (Publicado en Las Provincias, el 11 de enero de 2012)









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