19/4/10

Nube de ceniza en Madrid

El comandante de la nave hizo un par de arriesgadas maniobras. Incluso hay quien las calificaría de atrevidas. Pero a pesar de su audacia las partículas de la ceniza emergente del volcán contienen roca y mineral que causa múltiples daños en las turbinas, en los flaps y en los sensores. El aparato aparentó que podía remontar el vuelo, pero fue un simple espejismo y ante el inminente peligro acabó por tomar tierra deprisa y corriendo.
El Bernabéu también estaba en ebullición, como el Eyjafjalla, y el cráter de la Castellana echaba un humo igual de denso y peligroso. ¡Allí están como para permitirse un traspié! Malos aires corren, y como el sábado Barça les había dado un respiro, los madridistas no podían dejarlo pasar. No arrojan la toalla porque no hay nada decidido. Aún queda Liga. Y queda mucho por decir también para la Champions, aunque al Valencia parece se le ha olvidado.
El remate de Juan Mata en la primera parte, cuando Casillas despejó en corto tras un testarazo de Alexis, fue una bocanada de aire fresco. La nube que estaba erosionando el aparato blanquinegro podía desvanecerse. Después, en el segundo periodo, otro decidido intento, esta vez con David Silva como protagonista, que estrelló el balón donde se cruzan el poste y el larguero. ¿Se diluye definitivamente? Pues no. Porque ahí se acabó todo. Pare usted de contar. Desde luego, en este trayecto no hubo que pagar exceso de equipaje.
El Valencia fue comparsa en este viaje. Una vez más, ¡y vuelta con la burra al trigo!, que allí son muy cansinos, siguieron con anhelos y tentaciones para desviar la atención de todos los problemas que les agobian.
Sin embargo en esta oportunidad no fue a costa de los Silva o Villa como acostumbran. A escasas horas del partido, en la meseta metieron presión a Pellegrini buscando la complicidad de Cristiano. Provocaron que el futbolista portugués hablara de Mourinho y Capello como alternativas al banquillo. Les salió bien. No hubo ansiedad, mientras que al Valencia le cegó la nube de ceniza.
84. (Las Provincias, 19 de abril de 2010)

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