14/4/10

Llamar o salir a abrir

En las últimas horas en Valencia deben de haberse agotado las existencias de navajas. Aparte de que cada vez hay menos cuchillerías por el empuje de las grandes superficies, aquí somos muy dados a conjugar el verbo ensartar. Nos gusta. No hay más que ponerse cara a la tele cuando ofrecen un programa de esos que tiene tanta audiencia. De los que del interrogatorio insípido se pasa a la acusación pueril para acabar atravesando al don nadie que se ha puesto por delante.
En el Valencia ahora le ha tocado el turno a Éver, como consecuencia del enfrentamiento pectoral (el dialéctico no se escuchó) que mantuvo con Unai cuando en el partido frente al Mallorca el entrenador decidió sustituirle.
No es la primera ni será la última vez que en situación similar un futbolista abandona el campo con cara de pocos amigos. No se trata de buscar excusas ni justificaciones. El club o el entrenador sancionarán al jugador como consideren o, mejor dicho, les permita el reglamento. Pero a casi doscientas pulsaciones por minuto, el marcador en contra y la certeza de saber que uno lo está haciendo mal, resulta fácil imaginar que un chaval de veintidós años pueda perder los nervios, aparte de que el técnico tampoco estuvo afortunado con su 'pechazo'.
Hace unos años, un gran futbolista que fue del Valencia, Roberto Fernández, pagó una multa de un millón de las antiguas pesetas por un desaire a su entrenador, Carlos Parreira. Al determinar su sustitución, el centrocampista internacional, camino del vestuario, le espetó: «No tienes ni puta idea».
Entonces el club hizo lo que debía y pasó página, que es lo que debe hacer ahora. Lo que más conviene. ¿O es que es mejor ajusticiar a Éver en la plaza pública? Se impone la coherencia, aunque se mantengan las incertidumbres sobre el futuro de Unai y de más cosas. Lo que cuenta es ganar mañana al Athletic, el domingo al Madrid y seguir en la pelea por la tercera plaza. Que los aficionados no pierdan la confianza y lleven al equipo en volandas. No nos confundamos. Que no es lo mismo llamar que salir a abrir.
82. (Las Provincias, 14 de abril de 2010)

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