13/11/08

El 4-3-3 y el escepticismo pirroniano

Hablar de los sistemas de juego siempre me ha provocado sarpullidos. No obstante, antes de continuar, debo confesar que desde que era niño las matemáticas se me atragantaron hasta llegar al esófago. Debe de ser por eso que cuando alguien insiste en la conveniencia de un cambio del 4-2-2 al 4-3-3, en seguida he de visitar al dermatólogo. Ya sé que la comunidad científica asegura que se ha demostrado que los métodos matemáticos resultan muy efectivos para resolver problemas de toda índole. Desde los de la ingeniería, a biológicos, pasando por los económicos, médicos y, por supuesto, deportivos. Pero mi aprensión a los números, incluso tan sencillos como los aplicados a los planteamientos futbolísticos, es espeluznante. Cierro los ojos y de repente los cuadernos de anotaciones de Ronald se ciernen sobre mí y por mi mente van desfilando fenómenos extraños en concomitantes relaciones sobre el sistema de juego que ahora utiliza el Valencia, con los mismos futbolistas de la pasada temporada estuvieron en un tris de subir a la barca de Caronte. ¿Acaso ahora nos debatimos ante un dualismo cognoscitivo? ¿Qué pensaría un maestro del escepticismo pirroniano como Sexto Empírico? ¿Tal vez Schopenhauer se excede cuando escribe del mundo como voluntad y representación? No sé, no sé... Pero de momento me voy a refugiar en lo de "el fútbol es así", porque todavía vacilo sobre si la metafísica puede ser considerada una ciencia. Luis Furió

1 comentario:

Juan Al dijo...

El problema es que el 4-3-3 funciona si le pones delante el prefijo de Guipuzcoa. Si le pones delante el prefijo internacional de los tulipanes se produce una caída de la cobertura que deja sin conexión a la física, la metafísica y las metemáticas. Por eso es necesario el Rioja que permite dilucidar si lo que falla es el numero, la suma o el cociente.