Lo de jugar sin una referencia ofensiva es una variante en los sistemas clásicos. Si suena la flauta recibe elogios pero en el caso contrario las críticas se acentúan.
Viendo ayer a la selección, los más valencianistas seguro que echarían de menos a Soldado, igual que los acérrimos atléticos a Adrián, aunque este no es un nueve-nueve. Pero ya se sabe que ninguno de los dos está en la lista de los 23 de Del Bosque, que para esa demarcación eligió a Torres, Llorente y Negredo, y en este partido sólo echó mano del primero, cuando le vio las orejas al lobo.
La selección gustó poco. Salvo en momentos puntuales y por la calidad individual de jugadores como Iniesta o Silva, bastante poco. Quizá porque se esperaba más, mucho más, que para eso el equipo tiene escrito en su tarjeta de visita que es el vigente campeón continental y del mundo.
Las críticas a Del Bosque se han sucedido, aunque de la misma manera que el inicio de la Eurocopa, la final que Nadal disputa en París o la carrera de Alonso en Canadá ayudan a Rajoy para que se hable menos de rescates y agujeros bancarios, el par de oportunidades perdidas por Torres habrán evitado al seleccionador alguna que otra puya.
La figura del falso nueve o delantero impostor no es un invento de Del Bosque. Como variante táctica se ha utilizado desde hace años y en este partido era una alternativa. Un jugador de ataque que retrasa su posición en busca el desorden de la defensa rival, para generar espacios por los que lleguen sus compañeros. Perfecto. Pero en cuanto las cosas no funcionan hay que ser rápido en la elección, porque este torneo ofrece contadas segundas oportunidades.
Sin que se entienda como poner en evidencia al seleccionador, Del Bosque ayer estuvo lento de reflejos. Tan lento como Torres, y aquí ya no vale lo de que por un partido no hay que calificar a un delantero… Seguro que los valencianistas echarían de menos a Soldado y los atléticos a Adrián. Y eso que en Polonia están Llorente y Negredo.
409 (Publicado en Las Provincias, el 11 de junio de 2012)
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