26/4/09

La clínica Quirón se disculpa

La dirección de la clínica Quirón de Valencia me ha contestado sobre el incidente con el otorrino cabrón, Manuel Vicent. Me pide disculpas (que acepto) por la actuación de ese capullo que trabaja allí, a quien dicen que le han trasladado la queja y amonestado. Sin embargo, de quien todavía no he recibido noticias es de Consumo ni tampoco de Sanitas. En ambas oficinas presenté la pertinente reclamación contra el susodicho cabrón que me tuvo 50 minutos esperando para atenderme, y transcurrido ese tiempo dijo que no podía hacerlo porque tenía prisa. Como la lesión del tímpano requiera intervención quirúrgica... a lo mejor al cabrón ese acabo viéndolo en el Juzgado.
(Si le interesa el tema, vaya más abajo, a un artículo titulado "Un medico cabrón en la Clínica Quirón")

25/4/09

Duelo de pistoleros

Hay viñetas que vuelven a la actualidad tiempo después. Esta, por ejemplo, la publiqué en Las Provincias hace algo más de un año, cuando el Valencia visitó el Camp Nou para medirse al Barça en la ida de las semifinales de la Copa del Rey. Entonces, como ahora, los dos pistoleros, Samuel Eto'o y David Villa, luchaban en la Liga por hacerse con el Pichichi. Dado que la historia se repite... se recomienda tomar Almax u otro protector gástrico.

19/4/09

La tertulia Torino

A mi compañero y amigo Pablo Salazar, presidente de la Tertulia Torino, un colectivo integrado por periodistas, políticos y representantes de las instituciones que lleva años dándose cita ocasionalmente para debatir sobre lo que más les une: el valencianismo

18/4/09

Adiós, Perico, adiós

(Valencia Fruits, nº 2395, 14-4-2009)

Los viajes de Willy Fog

(Valencia Fruits, nº 2394, 7-4-2009)

16/4/09

Un médico cabrón en la Clínica Quirón

(Me ha salido un pareado sin haberlo preparado)
La primera acepción que del adjetivo cabrón recoge el diccionario de la REA es coloquial y se refiere a la persona que hace malas pasadas y resulta molesta. Para mí, pues, el sujeto que dijo llamarse Manuel Vicent y que presumiblemente es médico otorrino (al menos entra y sale de la consulta número 2 del primer piso de la Clínica Quirón), se comportó como un auténtico cabrón. Me explico. El pasado día 8 de abril, después de concertar turno con la administrativa o enfermera de esa consulta, de entregarle la tarjeta de Sanitas y de esperar 50 minutos para que me atendiera un especialista, el individuo en cuestión salió de su guarida y apoyao en el quicio de la puerta me espetó que tenía mucha prisa y que no me podía atender porque se iba a una reunión. ¡Menudo cabrón! Me faltó tiempo para presentar la reclamación pertinente por escrito que, una vez me firmó la secretaria o enfermera, he trasladado al Servicio Territorial de Consumo y a la dirección de la clínica. Además he tramitado una protesta en firme a Sanitas (que al fin y al cabo es con quien tengo suscrito el compromiso del servicio sanitario)
Aparte de reservarme cuantas acciones legales pudiera considerar oportunas, estaba dispuesto a enviar a la Asociación de Hijos de Puta de la Comunidad Valenciana una copia compulsada de la denuncia. Pero todavía no he dado con la dirección. Ya sé que se lo podía haber preguntado al tal Vicent. Pero no caí en ese momento.

Saliendo al paso de susceptibilidades y posibles enfados, declaro que, como dicen los juristas, aquí únicamente existe el animus jocandi; las ganas de pasar el rato después de ser diana de una cabronada. Vamos, que protesto y escribo a sabiendas de que todo lo que he hecho probablemente va a servir de poco. Pero por lo menos me queda el regustillo de llamar al pan, pan y al vino, vino, que por si alguien tiene alguna duda, no me refiero al derecho al pataleo.

¡Ah!, se me olvidaba. En aquel momento de incredulidad, cuando el tal Vicent me dijo que pasaba de mi espera, le repliqué que era un impresentable y un sinvergüenza. Dos gardenias para ti. Incluso pensé en utilizar calificativos como hijo de puta y tal. Pero no. Y no por la inquietud de que pudiera ser querellable, que no lo es. Es que creo que con lo de cabrón el mentecato este ya va arregladito. Luis Furió