A los que deciden se les debe de
exigir un mínimo coherencia, aunque con el ejemplo que están dando los próceres
de la patria, como para pedirle un poquito de sentido común a los que dirigen
el mundo del fútbol, que son las teles y la LFP. Resulta que lo de los horarios
de los partidos es totalmente irracional y tiene al personal y a los
protagonistas echando chispas.
El Levante sufrió ese horario el
pasado domingo y este próximo le toca al Valencia. Y si a los profesionales no
les gustan los partidos a las once de la noche, a ver qué opinan quienes acuden
al campo y tienen que cumplir una jornada laboral día siguiente, o quienes
además suelen llevar niños a los partidos que acaban a hora de las brujas. Por
lo menos en la tele enseguida aparecen los Sandro Rey y demás cantamañanas.
En todo caso parece una burla para
todos, para los deportistas y para el público. Los genios que lo han inventado
son capaces de justificarlo alegando que de esta forma los jugadores tendrán
menos oportunidades para irse de fiesta, y que a los aficionados apenas les
incomodará porque con tanto desempleo, cada vez son menos los que tienen que
madrugar para acudir al curro al día siguiente.
¿Y los partidos de las once de la
noche de los sábados? Bueno, víspera de una fiesta tiene menos delito. De ese
horario quien se podría quejar es el operador televisivo que ofrece las
películas porno, por competencia desleal.
En España, igual que en otros países
europeos, existe una comisión para la racionalización de los horarios (cuya
existencia deben desconocer las televisiones y la LFP), que lleva tiempo
reclamando un ejercicio de responsabilidad. Hablan de horarios que perjudican
la productividad, que aumentan el absentismo laboral, la siniestralidad y el
estrés de los ciudadanos. A lo mejor resulta algo exagerado, pero la realidad
dice que mientras éstos se echan las manos a la cabeza, las televisiones y Liga
silban y miran hacia otro lado.
(Publicado en Las Provincias el 22 de
agosto de 2012)
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