La dirección deportiva del Valencia anda
estos días, como toca, haciendo el habitual encaje de bolillos para
confeccionar una plantilla de máximas garantías para afrontar el
ejercicio que ya se asoma a la vuelta de la esquina. Desde el stage
de Alemania llegan esperanzadoras noticias por el eficaz trabajo y el buen
ambiente que rezuma el grupo, y en todos los corrillos no se habla de otra cosa
que no sea de los refuerzos, que aún sin aterrizar ya generan ilusión.
También son alentadoras las cuentas, eso
de el debe y el haber, ya que en la caja debe de haber más de lo que parece.
Vamos, que la cosa no debe de estar tan mal como se dice, porque el club ha
ingresado cerca de 23 millones de euros por las ventas de Alba, Topal, Aduriz y
Moyá y al final de la corrida se va a gastar otros tantos, que saldrán de la
suma de los seis de Viera y Pereira (Guardado llegó con la carta de libertad),
los alrededor de nueve del mediocentro defensivo, más lo que cuesten el lateral
zurdo y el esperado delantero. Total, cuenta con paga.
Mediada la temporada Llorente dijo que
sería obligado vender jugadores para cuadrar las cuentas, pero no hace mucho
desveló que sin necesidad de ello en el balance habría un ligero superávit al
contabilizar la venta de Mata.
Sin detenernos en la letra pequeña, el club
tramite la imagen de haberse subido al mismo autobús que utilizó la
selección en Sudáfrica, ¿recuerdan?, aquél que lucía el lema “ilusión es mi
camino, victoria mi destino”. Vamos a verlo.
426 (Publicado en Las
Provincias el 20 de julio de 2012)
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