Mientras
esperábamos ver brotes verdes en Mallorca, fue una sorpresa que alguien
preguntara de sopetón cuando se cumplen los cien días de Pellegrino. Ese límite
de confianza que hace unos días traje a este mismo escenario. No sé si fue por
el sobresalto o por cuestión de memoria, pero tuve que recurrir al calendario.
La Liga echó a rodar el 19 de agosto y ese plazo de cortesía expira la última
semana de noviembre. Concretamente después de las visitas del Bayern y Málaga,
que acudirán de forma consecutiva. Así pues quedan doce partidos por delante.
¡Largo me lo
fiáis, amigo Sancho!, fue la respuesta del que está convencido de que se trata
de un periodo excesivo. Tan amplio como la desmesurada fe en quien haciendo
sonar fanfarrias prometió cosas que
luego no puede cumplir.
De una
semana a la otra sería de necios cambiar de opinión. Pero cuando las cosas se
tuercen conviene buscar remedios porque si la paciencia es una virtud, el mundo
del fútbol vive de la inmediatez y, dependiendo de las circunstancias, el
tiempo no siempre tiene los mismos plazos. Calma sí, aunque como aquél. Sin
prisas, pero sin pausas.
De momento
en el Valencia los brotes verdes no se ven, pero sí jugadores que están
bastante verdes. Lo de los cien días de diplomacia habría que ofrecérselos a algunos
futbolistas, aunque el plazo ya se ha cumplido con creces.
El Valencia
no ha empezado bien la campaña y ni cuelan las excusas de equipo en
construcción, que no es más que una frase manida, ni las justificaciones de que
el bloque está mermado por lesiones, porque todos sabemos que en su mayor parte
eran bajas conocidas antes de que comenzara la Liga. Además, refugiarse en ello
sería admitir que en la plantilla hay quien está de sobra. Que a lo mejor lo
está. Por eso convendría rascar un poquito a fondo para encontrar la realidad
del grupo que han puesto en las manos de Pellegrino, de quien como entrenador
ahora mismo apenas sabemos nada.
449 (Publicado en Laas Provincias, el 24 de septiembre de 2012)
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