Las semanas
sin competición de Liga suelen proporcionar tranquilidad y confianza a los
clubes de fútbol, sobre todo si les precede una victoria. Pero en caso
contrario, y como sólo se han cumplido tres jornadas, conviene observar la
botella medio llena y pensar que ese paréntesis sirve para solucionar problemas
y que los equipos ajusten mejor los engranajes.
En lo
deportivo es lo que hubiera sucedido en el Valencia de no haber sido por
infortunio con la lesión de Piatti, ya que el futbolista
tardará dos meses en volver a jugar, con lo que se une a las conocidas
ausencias de Éver y Canales.
Empezar la
Liga sin estos tres elementos, así como la reciente marcha de Pablo, aparte de
contrariarle debe de haber alarmado a Mauricio Pellegrino, aunque el entrenador
del Valencia es de esas personas flemáticas que no exteriorizan las
sensaciones. Pero seguro que la procesión irá por dentro.
En las
últimas semanas en el Valencia han ido de contratiempo en contratiempo,
tratando de poner remedio. Si la salud de los futbolistas es lo primero, el
estado el césped de Mestalla, ya sustituido en su totalidad, también ha sido un
hándicap y probablemente influyó en el edema que sufrió Gago y le obligó a
retirarse en el partido con el Dépor.
Pero no ha sido
todo, porque en lo social existía tal desazón por la marcha de renovación de
los abonos, que el club ha promovido una espectacular campaña "puerta a
puerta" para tratar de recuperar a los seguidores decepcionados y ampliar
horizontes. Se trata de encontrar soluciones.
¿Y con la
Fundación, qué? Bueno, eso ya es otro
cantar porque necesita bastante más que un tratamiento intensivo. Con independencia de planteamientos de orden
jurídico sobre su independencia de club, colea el inminente pago de seis
millones de euros correspondientes a los intereses del préstamos de ochenta y
tantos, al que mucho me temo que acabará haciendo frente el avalista, la
Generalitat; es decir, el dinero público.
444 (Publicado en Las Provincias, el 10 de septiembre de 2012)
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