Estamos viviendo una etapa en la que
todos los días oímos hablar de desconfianza y de imputaciones. Dos palabras que
también se van a repetir en el mundo del fútbol. Pero que no se inquieten los
mandamases, porque no me refiero a que los aficionados, hartos de navegar por
el océano de las dudas que aquellos generan, les exijan que expliquen las
cuentas con pelos y señales.
Me refiero a la teoría de la
desconfianza que se volverá a vivir en el los terrenos de juego y a las
imputaciones. Unas veces por los repartos televisivos, otras por los arbitrajes
e incuso por alguna deficiente asistencia. El personal está que trina. En
cuanto empiece a rodar el balón de la Liga asistiremos al mismo espectáculo de
los años recientes en el que las dos grades compañías buscarán el aplauso, un
grupito selecto tendrá que dar más de lo que puede para seguirles, y el resto
bastante hará con aguantar el tirón.
Una vez más mi amigo el valencianista dice
que este año va a ser diferente. Aunque los rivales están siendo de tercera
fila, el equipo y los fichajes le ilusionan. Se le ve que está más entusiasmado
que a muchos otros seguidores, porque lo cierto es que se ofrecen pocos datos
de la evolución de venta de los abonos. La crisis escuece y no cura. Aunque
Milán nos pilla lejos y el Scudetto ya no es lo que era, el club de Berlusconi
se ha convertido en un ejemplo de ese desasosiego. Tras la marcha de
Ibrahimovic y Thiago Silva, los lombardos han tenido que responder al enfado de
los aficionados dándoles la opción de recuperar el dinero que habían pagado por
el abono de la temporada.
Y hablando de devoluciones, la
Fundación Valencia CF tiene prevista para el jueves una junta en la que se
hablará de las cuentas del pasado ejercicio y de presupuesto del inmediato, y
de cómo hacer frente en agosto a los casi seis millones de euros
correspondientes a los intereses del préstamo de ochenta. Claro que, como está
avalado por la Generalitat, si no hay fondos todos sabemos quién acabará
pagándolo. En dos palabras, Poca ropa.
427 (Publicado en Las Provincias, el
23 de julio de 2012)
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