Después del empate de ayer en el
Bernabéu, resulta injusto establecer comparaciones entre los planteamientos de
Pellegrino y los que hacía Unai Emery, si es que con ello se pretende minar el
trabajo del técnico vasco, que ya es historia pasada del Valencia. Es tan inmerecido
como insistir en que el Flaco está tocado por la larga sombra de Rafa Benítez,
del que lógicamente aprendería mucho. Pero cada uno es cada uno y lo demás,
para bien o para mal, es tratar de privarle de su personalidad.
Plantarle cara al potentado Real
Madrid en el Bernabéu siempre es un mérito. No debemos de olvidar que estamos
hablando del vigente campeón de la Liga que
mueve el mundo; que se trata del equipo que en la pasada campaña pulverizó
records y que en el presente ejercicio está llamado a mantener otro mano a mano
con el no menos multimillonario Barcelona. Por lo tanto un empate en el debut
liguero no está pero que nada mal.
Por resultado el Valencia le plantó al
Madrid y sin embargo por juego no está
muy claro que fuera así del todo. Esa es la lectura que ofrece el hecho de que
el mejor del equipo fuera el portero Alves. Hubo excesivo sufrimiento a la hora
de defender, que precisamente es una parte de la táctica que Pellegrino mejor conoce.
Por historia el Valencia ha forjado
sus cimientos en la fortaleza de la zaga y ahí en donde tiene que mejorar,
porque está claro que sabe atacar y que además tiene efectivos de suficiente
calidad para hacerlo y obtener rédito. La premisa es partir de una buena
defensa para afrontar la transición de ataque.
Higuain aprovechó un error y la
pasividad de la defensa valencianista para abrir el marcador y establecer
diferencias, pero Jonás no dejó pasar la suya y los blancos, descentrados por
el gol, llegaron al descanso con el miedo en el cuerpo. Luego el Valencia
siguió sufriendo, casi en la misma medida que los madridistas que veían como
poco a poco se les esfumaba la posibilidad de ganar.
436 (Publicado en Las Provincias el 20 de
agosto de 2012)
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