Manolo Llorente es un tipo muy cerebral y seguro que pasa de
visionarios, alineaciones planetarias y oráculos. Pero aunque no se pondrá una
herradura ni una pata de conejo en el bolsillo, cuando esta tarde se acomode en
el palco de Mestalla cruzará los dedos. Bueno, eso si es que acude al campo,
porque a lo mejor lo que decide es no cruzar el puente...
El presidente del Valencia se ha enfrentado mucha gente al
sacar pecho. Y ya ha escuchado ruido de sables. Él sabe que esta tarde le
pueden cantar las cuarenta en bastos. Se trata de la despedida del año en
Mestalla y el aficionado del Valencia sólo piensa en una contundente victoria
ante el Getafe. Manolo, sin embargo, ha de ir más allá y su sueño es que el
triunfo esté acompañado de una exhibición del equipo. En ello le va el no tener
que anticipar el adiós, que quienes le conocen bien dicen que ya tiene fecha y
que lo hará público cuando menos se espere. Pero desde luego ahora mismo seguro
que no soportaría otro "vete ya".
Tal como están las cosas al presidente del Valencia sólo le
pueden dar consistencia los buenos resultados si van unidos al buen juego. Una
apurada victoria sin más, no evitaría que de nuevo se escuchara la dramática
tonada.
Desde este 21 de diciembre, que marca el solsticio de
invierno, cada partido puede transformarse en un fin del mundo para Manolo
Llorente. O tal vez este día acabe por convertirse en la fecha que marca un
cambio de ciclo que, como dicen algunos expertos investigadores, debería de ser
más positivo para la humanidad. Y un cambio de ciclo al Valencia no le iría
nada mal.
486 (Publicado en Las Provincias, el 21 de diciemebre de 2012)
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