Hablar de
grandes cambios en el juego del Valencia sería fantasear, pura falacia, ir
demasiado lejos. Además, en cuatro o cinco entrenamientos pocas cosas se pueden
variar, ¿no? Las varitas mágicas no existen. Sólo aparecen en los cuentos de
hadas, aunque no se puede negar que Ernesto Valverde, a modo de fondo de
rescate para recapitalizar el vestuario, le ha transferido sentido común. Pero
el horizonte aún queda lejos.
El cambio
que se puede observar ha sido más cuestión de conceptos y de comportamiento que
de otra cosa. No nos engañemos que a este equipo le queda mucho por decir. Está
en el buen camino, porque además en los tres últimos partidos no ha encajado
goles, pero apenas ha empezado a hablar.
En los dos
duelos en el Reyno de Navarra, ante un rival muy flojito, muy flojito, el
Valencia ha conseguido el máximo premio. No vamos herir sensibilidades de
hooligans y añadir que con el mínimo esfuerzo. Pero sí con muy poco. Con el justo.
¿Cambios?
Hasta ahora sólo hemos visto que las líneas están más juntas que hace un par de
semanas y que los futbolistas ponen un poquito más de su parte. No ha habido
mucho más. Y con eso ha sido suficiente para ganar, no pasar apuros, y en este
último caso, prácticamente sentenciar la eliminatoria de Copa. ¡A ver...!
482 (Publicado en Las Provincias, el 12 de diciembre de 2012)
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