El verano ya se adivina y eso que aún falta casi un mes. Se identifica por el fuerte calor, pero también por los movimientos del mercado futbolístico. Ocurre cada año por ahora. Que si hay ofertas por fulano, que si interesa fichar a mengano... Es el momento de saber conjugar el interés deportivo y los posibles del club.
En el Valencia van de cabeza porque aparte de lo que inquieta el agujero negro de Bankia (por cierto, ya veremos cómo quedan con el nuevo campo y con los créditos a la Fundación), en lo deportivo son obligadas algunas salidas para recaudar al menos 20 millones de euros con los que cuadrar las cuentas.
Se ha dicho que el Barça quiere a Jordi, que el Fenerbahce pretende a Topal y Tino, que el Bayern pujaría por Matieu y que no sé quién se interesa por Pablo Hernández o por más. Bien. Es muy posible que sea cierto e incluso que todo se lleve a cabo.
En todo caso eso se colocará en una parte de la balanza. En el otro platillo hay que poner las incorporaciones. Ya se han confirmado las de Viera, Pereira y Guardado, y el director deportivo no descansa. Pero al escucharle decir que más que la clasificación, le preocupa que el Valencia enganche a los aficionados, hay que preguntarle quién será el encargado de llevar la manija del equipo.
En agosto debe de empezar la Liga y en septiembre la Champions League, y tanto Éver como Canales siguen en la enfermería, en periodo de rehabilitación. Como muy pronto, hasta primeros de enero no estarán en plenas condiciones de jugar.
Los dos organizadores se perderán la primera vuelta de la Liga y los seis partidos de la fase de grupos de la competición europea. ¿Se lo puede permitir el Valencia? A lo mejor la caja dice que no hay otra, y Braulio se ve obligado a repetir que Parejo es el relevo natural de Éver, aunque esta temporada se haya visto claramente que el madrileño tiende a desenvolverse más adelantado.
Una cosa son las urgencias y otra los posibles. El quid está en acertar a conjugarlos.
405 (Publicado en Las Provincias, el 1 de junio de2012)
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