Por necesidades económicas el Valencia pierde tallas cada temporada. Se está quedando sin bajitos, que están siendo los jugadores que más cotizan. Primero se fueron Villa y Silva, después Mata y ahora Jordi Alba ha cogido la vez. Le espera La Masía.
Los aficionados más soñadores, sin detenerse a pensar en las obligaciones financieras del club, se hacen cruces al pensar qué podría haber conseguido el equipo de no haberse desprendido de tanto estandarte.
Probablemente hubiera aspirado a más, pero “pobreza" obliga, y eso ha hecho que en los últimos años los técnicos tuvieran que equilibrar bien el alza y afinar la puntería. En el fútbol hace falta buena vista, como la tuvieron Subirats con Villa; Edu Maciá con Silva; Carboni con Mata y el técnico de la Escuela, José Jiménez, con Jordi Alba.
En varios casos los bajitos salieron baratos y concurre que fueron rechazados por los clubes que luego les pretenden. Por ejemplo, Alba, que se formó en La Masía, salió por la puerta de atrás porque precisamente el que ya es nuevo entrenador del Barça consideró que el chaval no daba la talla. La Escuela del Valencia le fichó por seis mil euros, él encontró acomodo en Mestalla y ahora el club puede sacar un buen pellizco.
Silva, que se fue al City por más de 30 millones, ahora vuelve a interesar al Real Madrid. Hace algunos años el canario estuvo en la órbita blanca, pero fue rechazado por Del Bosque que, ya en la selección, rectificó para darle máximo protagonismo.
Michel se durmió en los laureles con Mata y cuando quiso reaccionar el burgalés ya estaba camino de Mestalla. Y con Villa, Subirats hizo pleno porque los 12 millones que se llevó el Zaragoza se transformaron durante cinco años en buen juego y más de 100 goles en Liga y después en 40 millones que anunció el Valencia que cobró del Barça, o sobre 50 que dijo el Barça que pagó al Valencia.
Los bajitos del Valencia han cotizado y cotizan alto, muy alto. Hay que buscar más.
408 (Publicado en Las Provincias, el 8 de junio de 2012)
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