25/6/12

PAYASOS Y GUIÑOLES

Si la prudencia y el sentido común siempre han sido buenos camaradas, cuando en el mundillo del fútbol se habla de traspasos, son imprescindibles. El tiempo nos ha enseñado que en ocasiones lo que un día parece blanco era de otro color desde meses atrás.
Ahora a todos se nos llena la boca al hablar de Jordi Alba, de su brillante presente y de su prometedor futuro. El todavía valencianista se ha graduado en la selección y su cotización se ha disparado para incomodo del Barça. ¿Más de quince millones?
El club catalán lo ha pretendido (es de suponer que también interesará a otros equipos porque la Eurocopa es un buen escaparate) y si no había nada firmado, el precio que se establezca por el traspaso seguro que será superior al de hace unas semanas, por mucho que algún payaso se empeñe en cuestionarlo. Es la ley de mercado. Uno vale lo que otros estén dispuestos a pagar por él. Pero, claro, hay que ver si previamente había un acuerdo.
Un viejo proverbio recomienda no hablar mal del puente hasta haber cruzado el río. El consejo vale para esta cuestión y para cuando nos referimos a los sistemas de juego y a las clasificaciones.
Por ejemplo, los guiñoles franceses han pinchado en hueso con el equipo español. Bueno, y con Alonso, y con Nadal… y con los aficionados, que con ese cántico de “no nos dopamos, simplemente le echamos más huevos”, ya ha dicho más que suficiente.
Una cosa es tratar de ofender y otra discrepar del sistema, de un planteamiento, del juego, e incluso decir que un partido te ha resultado insulso, que los ha habido. Sin embargo resulta incuestionable que a pesar de la polémica del falso nueve o de que tal jugador no da la talla, el equipo ha subido otro peldaño.
La prudencia nos obliga a no perder de vista que se trata de una liguilla sin tiempo para rectificar. Mientras los resultados acompañen, Del Bosque podrá rebatir cualquier desacuerdo diciendo ¿de qué me sirve ser segundo jugando muy bien?
415 (Publicado en Las Provincias, el 25 de junio de 2012)

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