Al Valencia le ocurre algo parecido a lo ahora va pasar en el país. La frase de Joaquín Almunia lo define perfectamente. “Quien da dinero nunca no lo da gratis”. Como todos los valencianistas saben, el club necesitó ayuda para poder subsistir y Bankia acudió a su rescate o, si no les gusta la palabra, lo llamamos colaboración.
La entidad financiera, que ahora se encuentra en una complicada situación que podría perjudicar al Valencia (la Audiencia Nacional ha de determinar si le abre una investigación penal), concedió un préstamo en condiciones muy ventajosas y su “troika” fue colocar a Manuel Llorente al frente de la sociedad.
En sus tres años en la presidencia, Llorente ha presentado las cuentas con superávit, aunque para evaluar una buena gestión los expertos recomiendan que se fije la mirada en el estado de flujos de efectivo, que aparece en la memoria anual y ofrece una visión muy clara de la procedencia del dinero y en qué se gasta.
La realidad del Valencia es que con Bankia mantiene una deuda de 250 millones de euros, más los intereses anuales que rondan los 15. Y por otro lado, la Fundación, ajena al club, pero que por el número de acciones que posee es quien debe regir sus destinos, tiene otro préstamo con Bankia, en su caso de 81 millones, más 5,6 de intereses que vencen en breve.
Mientras que la Fundación prevé ingresar tres millones con la venta de grandes paquetes accionariales (¿es suficiente?) y el club negoció una prórroga con Bankia para saldar la deuda, habrá que esperar a la junta general de la sociedad con el fin de ver si allí es posible conocer toda la letra pequeña de los acuerdos y pactos que se llevan y han llevado a cabo. Más que nada para que luego no haya sorpresas cuando llegue una “troika” para supervisar, y sorprenda a los aficionados diciéndoles que, aunque este rescate o ayudita no condiciona una subida del IVA ni retrasa la edad de la jubilación, obligar a que la sociedad tenga que desprenderse de más activos.
410 (Publicado en Las Provincias, el 13 de junio de 2012)
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